El que fuera presidente de la Diputación de Pontevedra con el PP gana con amplitud las elecciones y será el líder de la RFEF en la organización del Mundial 2030, si el Tribunal Supremo no lo impide: en febrero decidirá si está inhabilitado como cargo público, en cuyo caso la Federación volvería a entrar en terreno pantanoso y desconocido
Perfil - Quién es Rafael Louzán: retrato del exdirigente del PP de Galicia condenado por prevaricación que ya manda en el fútbol español
El Fútbol Español ha hablado después de un año y tres meses de denuncias, imputaciones, interinidades, registros policiales, juicios y escándalos, desde que Luis Rubiales dimitió tras el escándalo del beso a Jenni Hermoso en el Mundial femenino. Y la Asamblea General –su órgano de representación superior, que tiene 141 miembros de los que han asistido a votar este lunes 138– ha dicho alto y claro tras una votación secreta que el líder de la Federación de Fútbol (RFEF) para los próximos cuatro años debe ser Rafael Louzán, el dirigente gallego condenado por fraude y prevaricación. En 2021, un juzgado de Pontevedra consideró probado que la Diputación que entonces dirigía había pagado 86.311 euros por unas obras que, en su mayor parte, ya estaban ejecutadas por un contrato anterior de 2011. Louzán recurrió y fue exonerado de la condena por fraude, pero no de la prevaricación ni de la inhabilitación para ejercer cargo público durante siete años.
La mayoría de los miembros que componen la asamblea han dejado esta condena a un lado y le han votado con amplitud (90 votos), frente al presidente de la federación valenciana, Salvador Gomar (43 votos). La Asamblea está formada por futbolistas, entrenadores, árbitros y clubes, además de los presidentes de las territoriales. Louzán partía como favorito porque ha tenido apoyos clave desde el inicio. Por ejemplo, el del poderoso presidente de La Liga, Javier Tebas, que lo ha convertido en su candidato y ha sido clave en su éxito.
Además, Sergio Merchán, el candidato presentado por la federación extremeña –la de Rocha, último presidente que también está investigado en el caso de corrupción de la época Rubiales e inhabilitado por el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD)– se ha retirado horas antes de la votación y sus apoyos habrían ido a parar también a Louzán, ya que este tercer candidato efímero era el plan B por si Louzán finalmente era descabalgado por sus condenas.
También ha contado con vía libre en el proceso electoral después de la tregua que le ha dado Miguel Galán, archienemigo de Rubiales, denunciante de corrupción en la RFEF y autor de muchos de los recursos contra Rocha que acabaron con su inhabilitación para presidir la Federación. El motivo es que el nuevo presidente se ha comprometido con él a resolver el litigio histórico por el que su centro de entrenamiento fue perjudicado en la época de Rubiales.
Finalmente se han cumplido los pronósticos y, también con el plácet de los poderosos presidentes territoriales y la ausencia de una apuesta alternativa firme, Rafael Louzán se ha convertido en presidente de la Real Federación de Española de Fútbol este lunes. ¿Cómo es posible que un inhabilitado para ejercer un cargo vaya a ejercer un cargo en el ámbito de representación de España? Porque la condena a inhabilitación aún no es firme. Louzán y quienes le han aupado al poder dentro de la RFEF han fiado la operación al recurso que presentó para anular esta inhabilitación y sobre la que el Tribunal Supremo tendrá que decidir el próximo mes de febrero.
Si se anula esta inhabilitación, podrá gobernar la institución deportiva más influyente durante el año clave del Mundial, de la que será sede España en 2030 junto a Portugal y Marruecos. Si se confirma su inhabilitación, la Federación se meterá en otro laberinto jurídico con recursos y contrarrecursos y continuará acreditando cuán difícil es exigir un estándar de transparencia y renovación en esta entidad financiada en parte con dinero público, que tiene el 'monopolio' de la selección nacional y la bandera, pero que opera bajo el formato de “entidad asociativa privada de utilidad pública” y, por tanto, no admite injerencias.
El Gobierno, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD), mostró su intención de evitar que Rafael Louzán fuera elegible, dada la condena previa con la que ha llegado a las elecciones y la imagen que está dando la Federación de puertas afuera con una ristra de problemas jurídicos y judiciales. Sin embargo, el CSD tiene una misión de coordinación o vigilancia, pero no puede interferir en asuntos internos y no ha logrado su objetivo de descabalgarlo, al margen de que a partir de ahora pudiera presentar algún recurso si el Supremo mantiene la inhabilitación.
Con un Mundial a las puertas, “Louzán y el Gobierno están condenados a entenderse”, valoran algunas fuentes que conocen bien el funcionamiento de la RFEF. Algo que, para Tebas, enfrentado totalmente al CSD y al Gobierno no es compatible con el liderazgo del presidente que ha ayudado a ganar. De hecho, la presencia de Tebas en las elecciones ha sido física, y ha entrado en la Asamblea que este lunes ha aupado a su candidato a la presidencia, contra la intención del CSD.
A partir de ahora, el nuevo presidente tiene varios frentes importantes. El mayor de ellos es la organización del Mundial, con toda la logística y protocolo que supone, y con la complicación añadida de que hay que coordinarse con otros dos países organizadores.
El otro reto es recomponer las relaciones y equilibrios dentro de la RFEF, donde se han sucedido todo tipo de escándalos y continúan muchas de las personas que fueron ascendidas y leales a Luis Rubiales. En lo judicial, una jueza de Majadahonda investiga a Rubiales y Piqué por comisiones para llevarse la Supercopa a Arabia Saudí y, dentro de ese sumario, hay otras líneas de investigación por corrupción económica. El Tribunal Administrativo del Deporte sancionó a Rocha con la inhabilitación por propasarse en sus funciones cuando era presidente de la gestora. La Guardia Civil tuvo que entrar en la sede de la RFEF, en Las Rozas, ante la falta de colaboración con la justicia. Han tenido meses trabajando a directivos implicados e investigados en causas de corrupción y ha habido un pulso entre la Federación y el Gobierno, que pedía una renovación real mientras se sucedía una maraña de recursos administrativos para descabalgar a Pedro Rocha y hacer unas elecciones a presidente, que se acaban de despejar, en principio, hasta 2028, si el Supremo no lo impide.
El nuevo presidente tendrá que decidir también si se queda con la herencia de quienes estuvieron en el rubialismo, conforma un equipo propio o marca una nueva etapa y cómo se gana la confianza pública. Tendrá que lidiar con la mala reputación que arrastra la RFEF y su propia imagen como condenado en la culminación de las ansiadas elecciones: las de un procesado por corrupción que sustituye a un inhabilitado e investigado (Rocha) y los dos procesados que le antecedieron (Rubiales y Villar). “De cara a la sociedad, el requisito para ser presidente en la Federación parece que sea tener problemas con la justicia”, lamentan algunas fuentes federativas críticas. De hecho, la imagen de España es otro de los grandes retos de cara a un Mundial, donde además se invierten millones de euros en infraestructuras, relaciones públicas y organización.
Todo eso si dentro de dos meses el Supremo le da la razón a Louzán y le permite continuar. Si el alto tribunal, por el contrario, confirma su inhabilitación para desempeñar un cargo público, la Federación se quedará previsiblemente sin líder y tendrá que volver a entrar en un terreno pantanoso, desconocido y lleno de incertidumbres y luchas de poder.