La mayoría de los diagnósticos de alzhéimer se realizan cuando el daño neuronal ya es irreversible. Por esto, encontrar un método de detección y diagnóstico no invasivo en las etapas más iniciales de la enfermedad constituye en la actualidad uno de los grandes retos en la práctica clínica.
El estudio más grande realizado hasta la fecha evidencia la posibilidad de detectar el alzhéimer a través de un simple análisis de sangre. El alzhéimer, responsable del 60-80 % de los casos de demencia, sigue siendo una de las principales causas de muerte en todo el mundo sin tratamiento preventivo ni cura.
La detección del alzhéimer se puede realizar a través de dos tipos de prueba:
Ambas intervenciones, además de ser invasivas para el paciente, resultan muy costosas para el sistema sanitario y solo están recomendadas cuando la sospecha de la enfermedad es muy alta. Sin embargo, un reciente estudio ha propuesto una nueva forma de detección que además de no ser invasiva, es capaz de detectar esta enfermedad neurológica con mayor anterioridad y es menos costoso.
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Un equipo de investigación liderado por Ace Alzheimer Center Barcelona, en colaboración con el Hospital Sant Pau, ha realizado el estudio más amplio hasta la fecha en todo el mundo sobre la utilidad clínica de los biomarcadores plasmáticos en la detección temprana del alzhéimer.
Los resultados, que se basan en una muestra de más de 2.000 pacientes revelan que el biomarcador pTau181 en sangre tiene una sensibilidad del 94 % y una precisión cercana al 80 % para identificar a pacientes con alto riesgo de desarrollar alzhéimer en fases iniciales.
“Los biomarcadores nos permitirán seleccionar a los pacientes correctos para los tratamientos correctos en el momento preciso”, apunta la doctora Amanda Cano, que ha liderado el estudio.
Este biomarcador se descubrió hace más de 20 años, momento en que los investigadores detectaron que esta proteína está involucrada en el proceso degenerativo de la enfermedad de Alzheimer. Al ser la encargada de mantener la estructura de las neuronas, cuando hay una alteración en la enfermedad, esta proteína sufre un cambio en la estructura.
Al cambiar, la proteína ya no es funcional y tiende a agregarse dentro de las neuronas, lo que provoca toda la corriente neurotóxica que es típica en esta enfermedad.
La detección a través de los niveles de este biomarcador, constituye un método eficaz, no invasivo y accesible para la detección temprana de la enfermedad.
En el grupo de estudio de Ace Alzheimer Center Barcelona han aplicado diferentes cortes (grupos de pacientes) porque, como explica la doctora Amanda Cano, es muy importante evaluar diferentes grupos de pacientes con diferentes contextos con un mismo parámetro.
Este método permite verificar que los resultados obtenidos no son aleatorios y se repiten en varios grupos, lo que indica que son extrapolables a diferentes tipos de pacientes.
Los grupos de pacientes han sido clasificados de la siguiente forma:
“Detectar los niveles de este biomarcador en las fases más iniciales nos permitirá poder abordar a estos pacientes de una manera más directa, más rápida y más personalizada con el fin de poder frenar el proceso neurodegenerativo lo antes posible”, explica la doctora.
Los resultados del estudio son significativos: el uso de este biomarcador podría reducir en un 39 % la necesidad de realizar punciones lumbares.
Además, abriría el abanico de posibilidades para diagnosticar la enfermedad en aquellos casos en los que, por razones médicas, no se puede realizar una punción lumbar a los pacientes.
“Los biomarcadores plasmáticos revolucionarán no solo el diagnóstico del alzhéimer, sino también la selección de pacientes para ensayos clínicos y la evaluación de nuevos tratamientos, facilitando la implantación de la medicina de precisión en esta área”, explica la doctora Amanda Cano.
El alzhéimer es muy difícil de detectar en las etapas tempranas porque cuando el paciente empieza a demostrar los primeros síntomas clínicos, las alteraciones que han ocurrido en el cerebro, han aparecido hasta 15 años antes.
Por lo tanto, en esa fase, el paciente no tiene ninguna percepción de que hay un problema y a día de hoy no existe ningún método de diagnóstico o detección que pueda abordar este problema en esas fases en las que no hay ningún tipo de alteración clínica.
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