Situada entre la Ría y el mar, Pontevedra cuenta con un sinfín de atractivos que la convierten en el secreto mejor guardado de Galicia. Menos turística que otros destinos vecinos como Santiago o Vigo, demasiadas veces nos pasa desapercibida cuando visitamos la maravillosa tierra gallega. Y aunque muchos turistas escogen disfrutar de sus pintorescos pueblos como O Grove, Cangas o Combarro, Pontevedra también reclama su sitio. Y razones no le faltan: un casco antiguo peatonal perfectamente conservado, numerosos puentes y emblemáticas plazas hacen de este destino gallego una parada imprescindible. Durante tu estancia descubrirás una ciudad cómoda y tranquila, pero también monumental y llena de encanto.
Adentrarse en su centro histórico es una grata sorpresa. Caminando por sus calles llenas de soportales comprobarás por qué Pontevedra está considerada una de las mejores ciudades gallegas para vivir. No solo cuenta con uno de los cascos urbanos más bellos y mejor conservados, también la ciudad desprende una tranquilidad que no es posible encontrar en otras localidades vecinas repletas de visitantes.
Las plazas de Pontevedra son las que mejor definen el pasado de la ciudad. Una de las más bellas y fotografiadas es la Plaza de la Leña, rodeada de casas medievales de piedra, es uno de los mejores lugares para disfrutar del tapeo y la sabrosa gastronomía pontevedresa. Otro bonito rincón que encontramos en el paseo por el casco histórico es la Plaza de la Verdura, también de origen medieval y forma rectangular, debe su nombre al mercado que en ella se celebraba. Las casas que la rodean cuentan con arcos y soportales donde se ubican tiendas y animados bares de tapas.
Las siguientes paradas serán la Plaza del Treuco (dedicada al fundador de la ciudad), la Plaza Méndez Núñez y la elegante Plaza de la Peregrina, donde se encuentra la iglesia del mismo nombre con planta en forma de concha de vieira. Como ves, podríamos hacer un recorrido por Pontevedra disfrutando simplemente de sus plazas. Todas distintas, pero también con algo en común: cada uno de estos espacios se convierten en un paseo por la historia y la gastronomía de la ciudad.
En Pontevedra no echarás en falta las plazas, pero otra cosa de la que van sobrados es de puentes. Hay más de 300. Y es que tanto la historia como el origen de esta ciudad están vinculados al primero que se construyó: el Ponte Veteri, de origen romano y de donde viene el nombre de Pontevedra. De esta construcción no quedan restos, pero se situaba donde actualmente está el Puente del Burgo, el más antiguo de la ciudad. También tenemos que destacar uno que con su diseño ha cambiado el paisaje urbano pontevedrés: el vanguardista Puente de los Tirantes que fue inaugurado en 1995.
Aunque Pontevedra no tiene Catedral, sí que cuenta con una imponente Basílica que está considerada el templo principal. Situada en el casco antiguo, se alza donde estaba una pequeña iglesia románica que a finales del siglo XV fue derribada. Es conocida como «la perla del arte gallego» y en ella se combinan los estilos gótico tardío y renacentista. El elemento más llamativo del edificio es la Fachada Plateresca, con una magnífica ornamentación que está considerada una obra maestra del Renacimiento.
Declarado Monumento Nacional, este templo del siglo XIII fue el mayor convento construido por los dominicos en Galicia y hoy alberga el Museo Provincial de Pontevedra. Se conserva la cabecera de la iglesia con cinco ábsides poligonales (una rareza en el gótico gallego) y un muro lateral con una pequeña portada y rosetón. Es especialmente reseñable el conjunto de sepulturas medievales que alberga en su interior. Se puede visitar, pero también te recomendamos que no te pierdas este tesoro medieval por la noche, cuando está iluminado.