Por supuesto, los abnegados músicos no tuvieron ninguna culpa. Hicieron lo que buenamente pudieron. Tocaron con el entusiasmo habitual, pero el ritmo de las trompetas, platillos y demás instrumentos de viento y percusión no encontró respuesta en los aficionados del Barcelona que este domingo por la noche desafiaron al frío y acudieron al estadio Olímpico de Montjuïc para ver a su equipo jugar, y perder, ante el Leganés (0-1). Hace dos semanas, la directiva del Barça prohibió a los miembros del grupo 'Grada d'Animació' (Grada de Animación) su entrada al fondo del estadio de Montjuïc donde habitualmente se ubican. Para el encuentro frente al conjunto madrileño, el club que preside Joan Laporta decidió contratar una charanga. Sus ocho componentes, vestidos de azul, se situaron precisamente en esa zona del campo e intentaron animar al personal con sus alegres melodías. No lo consiguieron. En realidad, la respuesta del público osciló entre la indiferencia y el rechazo . Así, sorprendidos e indignados por tan ridícula medida, unos cuantos aficionados no dudaron en pitar y abuchear cada vez que la charanga se arrancada con una canción. Aparte de la rocambolesca escena en sí misma, muchos de los temas interpretados por los músicos fueron, lógicamente, los que están acostumbrados a tocar en las juergas y fiestas de los pueblos a los que acude habitualmente una charanga. Es una música nada futbolera y, aunque ciertamente alegre, inadecuada tanto para la situación de tensión que se vive entre el club y la Grada de Animación como para una noche donde el equipo fue perdiendo desde el minuto 3 ante un rival teóricamente muy inferior.