Del primer presidente de la Federación Española de Fútbol elegido democráticamente, Pablo Porta, se conocieron impensables detalles de su vida privada. El nombre de su perro, Óscar, al que sacaba a orinar el chófer que trasladaba a 'Pablo, Pablito, Pablete', como le definía cada noche el periodista José María García en aquellos tiempos del embudo: solo había dos canales de televisión, tres o cuatro emisoras para cambiar de dial y un predicador que era el látigo de los dirigentes. Por las andanzas de Porta o de su sucesor, José Luis Roca, apodado 'Pedrusquito' por el locutor estrella, el personal se habituó a escuchar epítetos que sonaban a chanza diaria: 'correveidiles', ' abrazafarolas' y chupópteros' llenaron las madrugadas de fútbol en...
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