La Rusia de Putin parece la gran perdedora. Sale totalmente trasquilada con la caída del sirio Assad, demuestra que concentrada totalmente en no hacer el ridículo en Ucrania opta por abandonar a un aliado de muchos años y, por último, dato no despreciable, Moscú muestra que sus servicios de inteligencia están tan mitificados como su ejército.
Las pifias de los espías rusos son descomunales. No advirtieron que los ucranianos no se rendirían de la noche a la mañana, como debían pensar los asesores pelotilleros de Putin, no intuyeron que Zelenski y su pueblo ofrecerían una feroz resistencia y ahora en Siria han errado descomunalmente. El régimen sanguinario de Assad se desploma en diez días y los rusos, aliados estrechos y muy infiltrados en las instituciones sirias no lo ven venir. Que el brusco derrumbe sorprenda a los países occidentales es excusable, hace tiempo que no contamos en Oriente Medio. Hasta Estados Unidos ha visto reducida su influencia.
Más anómalo es que Rusia no lo olfateara y que el Kremlin no tenga el ánimo o los recursos para simultáneamente proseguir su agresión en Ucrania y ayudar a Assad a repeler los ataques de los insurgentes, como ha hecho abundantemente en el pasado. Ha debido escoger.
Más pasmoso que el derrocamiento del dictador ha sido descubrir el alcance de las atrocidades del gobierno sirio. Los rusos debían saberlo porque ellos le habían proporcionado el gas sarín que el ejército sirio había utilizado profusamente contra su oposición. Los analistas internacionales o algunos exilados bien informados venían repitiendo que la guerra civil había causado centenares de miles de muertos y que Assad era responsable de las torturas y muerte de decenas de miles de personas. La entrada de los insurgentes en Damasco y la huida de los soldados del gobierno ha confirmado todo esto y afloran testimonios pavorosos.
Algunas prisiones sirias eran horribles mataderos humanos. Se torturaba sistemáticamente a los prisioneros golpeándoles con barras de metal y con corrientes eléctricas. Hay relatos que indican que en ciertas temporadas en la de Saydnaya se fusilaban a 150 prisioneros cada miércoles, se han encontrado celdas subterráneas sin luz ni ventilación donde los presos hacinados no tenían espacio ni para tumbarse. Un superviviente cuenta que eran tratados como insectos y eran castigados si miraban a los ojos a los guardianes. Los psicólogos que tratan a los liberados manifiestan que no han visto un desequilibrio mental parecido, algunos presos parecen zombies que no recuerdan su nombre, otros horriblemente demacrados no saben donde se encuentran, sólo tienen intermitentes momentos de lucidez.
La corrupción del sistema llegó hasta los funcionarios de prisiones. Hay casos en que negociaban con los familiares de los encarcelados : por cinco monedas de oro los trasladaban a otra prisión de trato más “benigno”. Los desaparecidos son numerosos. Los familiares que peregrinan en estos días desde la prisión mencionada hasta las mezquitas o los hospitales en busca de sus allegados -han desaparecido muchos registros de las cárceles- piden que se utilicen satélites para llegar a sótanos ocultos donde pueden haber más detenidos hambrientos o muertos.
La huida de Assad a Rusia con su fortuna, se calcula que ha acumulado entre mil y dos mil millones de dólares, trae el júbilo a la mayor parte de la población. “El cerdo se ha escapado” cantan algunos. Y surgen los ajustes de cuentas y el recuerdo del pobre papel de la comunidad internacional . Sarkozy invitó a Assad al desfile nacional francés en los campos Elíseos, la derecha francesa, Le Pen, y la izquierda comunista, Melenchon, coqueteaban con el sirio. El pasado año, los gobiernos árabes votaron readmitir a Siria en la Liga Árabe, varios gobiernos de la Unión Europea pidieron a Bruselas que revisase la política de aislamiento con Siria, etc…Con paciencia, Assad venía engañando a muchos.
El futuro es una incógnita. Israel sale ganando claramente y Washington recobra posiciones. Irán y Hezbollah pierden. Moscú queda en evidencia. No se fía lógicamente de los rebeldes sirios a los que bombardeó en varias ocasiones arropando a Assad hasta en la ONU donde utilizó el veto para evitar condenas del sirio. Un papelón. Ha sacado sus barcos de la base naval siria y hay aviones cargando material y helicópteros para llevarlos a Rusia.
Ante la atormentada Siria, donde se aplastó la revolución de la primavera árabe, se abren varias posibilidades: puede romperse, convertirse en un estado fallido como Libia, abrazar otra teocracia dura e intransigente o ser una autocracia moderada y parcialmente inclusiva. Todo es posible y el optimismo democrático, con unos nuevos líderes hijos de Al Queda, se me antoja muy prematuro.