No se parecen. Uno es intenso, vertical y físico y el otro sin chispa. En uno se presiona, se roba el balón en campo contrario y se aprovecha con rapidez. El otro sale sin tensión y le marcan un gol a balón parado, en un córner, a los 3 minutos. Hay dos
Barça. ¿Por qué? El equipo de
Flick ha perdido los dos últimos partidos de
LaLiga en casa ante dos equipos que luchan más por la zona baja que por otro lado. Hay una constante psicológica: sabiendo perfectamente que hay que darlo todo siempre, ante equipos considerados menores no existe la misma mentalidad que frente a los clubs europeos de la
Champions. Y otra constante deportiva: el equipo se atraganta ante rivales que juegan con bloque bajo y ordenados defensivamente. Esté o no esté
Lamine, el Barça de estar por casa es incapaz de atacar con la efectividad del inicio de temporada. Ese jugaba más al espacio. Este juega más al pie. Aquel era intenso todo el tiempo, este da síntomas de cansancio en algunos jugadores clave. El del principio era vertical, este es más horizontal. Sin embargo, eso se produce en
LaLiga, pero no en
Europa, donde el
Barça mantiene las tres claves (intensidad, verticalidad, físico) al máximo nivel. El equipo da la sensación de que quiere volver a tener más pelota, en lugar de tener un objetivo claro con ella.
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