Cuando Luis Ignacio Soriano recibió la llamada de su amigo José Manuel Espinosa, quien además es el jefe de la policía local de Requena, en Valencia, pensó que le estaban tomando el pelo. «¿Tienes el arco a mano?», le preguntó. «¿A qué distancia puede llegar una flecha lanzada desde un arco?», insistió. Soriano, algo desconcertado, respondió que una flecha podía alcanzar fácilmente los 900 metros. No fue hasta la siguiente pregunta cuando le quedó claro que no se trataba de una broma. «¿Y si le pones una cuerda, podría aguantar?», le dijo.
Este hombre de 51 años, natural de Requena (una de las zonas golpeadas por la DANA), y contable de profesión, es, además, arquero amateur desde hace dos décadas. De ahí que al jefe de la policía local le viniera su nombre de inmediato cuando se planteó el dilema de atravesar el río Magro de orilla a orilla. José Manuel le explicó que necesitaban pasar una cuerda de un lado a otro del río, cuyo puente había sido derribado por el torrente de agua de la DANA. Sobre esa pasarela iban anclados también los suministros de agua para siete pedanías de Requena (Calderón, San Juan, Barrio Arroyo, Roma, Derramador, Azagador y Pontón), que habían quedado incomunicadas desde la riada mortal.
La clave era conseguir lanzar una guía con una pequeña cuerda que luego serviría para marcar el paso de una nueva tubería. «¿Puedes hacerlo?», le consultó el jefe de la Policía. Soriano no lo dudó. Aunque llevaba unos diez años sin practicar el tiro con arco (un hobby que practicaba con varios amigos de Requena, pero que dejó en el olvido desde que nació su hija), pensó que no perdía nada por intentarlo.
«La situación era compleja: el puente y la tubería desaparecieron, y no sabíamos cómo restablecer el suministro de agua. La anchura del río era de unos 60 metros, con una profundidad de alrededor de 20 metros. El agua corría con fuerza, lo que dificultaba tender la tubería. Había unas 1.000 viviendas sin suministro de agua. En ese momento, serían unas 500 personas las afectadas, aunque la población se multiplica en verano», explica Javier Olmos, director general de Aqlara, empresa especializada en la gestión técnica y administrativa de infraestructuras hidráulicas.
Ellos fueron los que acudieron a Soriano en cuanto aceptó el «desafío». Lo recogieron en coche y lo trasladaron hasta San Antonio de Requena, una pequeña aldea a unos cuatro kilómetros de la ciudad. «Fueron muy agradables conmigo, aunque yo estaba nervioso, la verdad», reconoce el valenciano a este diario.
Se encontraban en el punto exacto donde el puente había quedado inutilizado. Este arquero era su única opción, ya que otros medios posibles para realizar la tarea, como los drones, estaban siendo utilizados por la Unidad Militar de Emergencias (UME) para labores de rescate de víctimas.z
A la mañana siguiente de la llamada, y tras evaluar el terreno a primera hora, Luis, armado con su arco y sus flechas (y ante las miradas de unos cuantos espectadores), procedió al primer intento. «No funcionó. La cuerda se hizo una madeja y no salió bien. En el segundo intento cometimos un error de cálculo y la cuerda se quedó atrapada, pero a la tercera, salió perfecto. Tenía muchos nervios, pero al final lo logramos. Fue emocionante, la verdad, el poder ayudar de esta manera», comenta Luis.
Su hija, de 10 años, que lo acompañó aquel día, no sabía que su padre se manejaba tan bien con el arco. «Se quedó alucinada, ahora me dice que soy un héroe y me ha dicho que quiere que los Reyes Magos le traigan un arco para empezar a practicar», confiesa orgulloso.
«Afortunadamente, el abastecimiento de agua se restableció en todo el municipio, aunque las tuberías son provisionales. El servicio está funcionando correctamente. Ahora estamos trabajando en el alcantarillado, que también se vio afectado por los barrancos. Hemos logrado restablecer el servicio, aunque los vertidos siguen dirigiéndose a los cauces públicos. Queda mucho por hacer», detalla Olmos, quien no olvidará esta experiencia con el arquero Soriano.