Santo Domingo.- San Cristóbal, una provincia con una rica historia de grandes hitos en República Dominicana, ha encontrado en el fútbol un espacio donde se entrelazan sueños, esfuerzo y unidad.
Cada tarde, las instalaciones habilitadas para la practica del deporte más popular del mundo, se llenan de risas, gritos de ánimo y la inconfundible melodía de un balón siendo golpeado por pequeños en algunas ocasiones descalzos.
Aquí, el fútbol es más que un deporte; es una pasión que se vive con intensidad, un lenguaje que habla directo al corazón de los niños.
«¡Goool!» es la frase que retumba en las calles y canchas de San Cristóbal. Con más de 1500 niños y niñas practicando el deporte en al menos 12 clubes y academias, la provincia se ha convertido en un semillero de futuros futbolistas.
Desde los cuatro años, cuando los más pequeños empiezan a dar sus primeros pasos detrás del balón, hasta los adolescentes que sueñan con ser profesionales, cada uno de estos jóvenes encuentra en el fútbol un refugio y una forma de expresar su amor por el juego, su dedicación y su perseverancia.
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Entre las historias que se entrelazan en este hermoso viaje, encontramos a Grisangel Méndez, una niña de 14 años que juega fútbol desde los 12 y cuya principal motivación es ver cómo el deporte une a todos los niños.
«Es un deporte muy bueno, hace que los niños sean más unidos», asegura la jugadora del Quisqueya FC.
En la misma cancha, Yunior Noyola, con solo 8 años, ya sueña con ser portero mundialista, inspirado por su ídolo, Emiliano «Dibu» Martínez, el arquero de la selección de Argentina que brilló en el Mundial de Qatar 2022.
Amín, por su parte, con solo 5 años, aún no encuentra las palabras para expresar su pasión, pero no hace falta: su corazón late al ritmo del balón, y sus pies lo siguen con destreza.
Cristian, un talentoso mediocampista de 15 años, marcó su primer gol a los 5 años y sueña con seguir los pasos de su ídolo, Lionel Messi, para convertirse en un jugador profesional de renombre mundial.
Pero este amor por el fútbol no solo se vive dentro de las canchas. Los padres también juegan un papel fundamental en el desarrollo de estos pequeños futbolistas.
Luis Lara, padre de Samir Lara, de 12 años, recuerda cómo al principio su hijo no quería saber nada del fútbol.
«Soy un amante del béisbol, pero vi la organización que tiene el fútbol, y como padre, lo que uno quiere es lo mejor para sus hijos», comenta.
Gracias a su insistencia, Samir hoy se ha enamorado del deporte, una pasión que define como una «fiebre».
Ana de la Cruz, madre de Ever y Junior, de 10 y 8 años respectivamente, vivió una historia similar.
Aunque inicialmente los inscribió en béisbol, sus hijos demostraron que su corazón latía por el fútbol.
«Aquí estamos, en el fútbol, porque es lo que ellos querían», dice Ana con una sonrisa llena de orgullo.
La Asociación de Fútbol de San Cristóbal, presidida por Samuel Peña, reconoce que la provincia tiene grandes ventajas para el desarrollo del deporte, con una mayoría de instalaciones disponibles, aunque aún hace falta trabajo de remodelación.
Peña destaca con orgullo que San Cristóbal ha producido a dos seleccionadas nacionales femeninas de fútbol, incluyendo a Yuleinis Brito, la jugadora que marcó el primer gol de la selección dominicana en un Mundial de Fútbol Femenino.
«Aquí siempre los niños han tenido afinidad con el fútbol, un deporte que fue traído por los sacerdotes de las escuelas católicas, quienes les dieron la oportunidad de practicarlo, no solo de manera profesional, sino también entre ellos, formando parte de un club», explica Peña.
El esfuerzo y la dedicación de los entrenadores también han sido claves en este crecimiento.
Ramón Sánchez, director de la Escuela República Verde, señala la importancia de la integración de las familias en el trabajo deportivo, pero también lamenta la falta de apoyo por parte de las autoridades.
Con casi 400 niños, la academia que dirige está formando futuros futbolistas, pero las dificultades económicas y la falta de infraestructura adecuada dificultan el camino.
De su lado, Jean Carlos Lluberes, entrenador del Club 5 de Abril, destacó con orgullo que el club cuenta con 120 niños y jóvenes, con edades entre los 10 y 17 años, tanto en categoría femenina como masculina.
“Tenemos niños de casi toda la provincia, desde municipios como Nigua, Yaguate, hasta barrios de las afueras, como Semilla”, explicó.
Lluberes enfatizó que el club se dedica a ofrecer clases gratuitas como una forma de alejar a los niños de la calle y brindarles una oportunidad de crecimiento.
“Son muchos niños de bajos recursos, a quienes en ocasiones les facilitamos las botas y los uniformes. Muchos ni siquiera cuentan con el apoyo de sus propios padres”, agregó, reflejando la realidad que enfrentan estos jóvenes talentos.
El Club 5 de Abril se enorgullece de ser la cantera de grandes jugadoras, como la autora del primer gol de la República Dominicana en el Mundial Sub-17, Yuleinis Brito, mediocampista de la Selección Nacional Femenina Sub-17.
Además, cuenta entre sus filas con jugadoras de la talla de Leoneidy Sanó y Esteisy Rodríguez, quienes también han sido parte de la Selección Nacional.
San Cristóbal ha tejido con sus niños y jóvenes una historia de esfuerzo, sueños y unidad, que se remonta a décadas atrás, cuando los primeros balones comenzaron a rodar con la llegada de los sacerdotes jesuitas al
Instituto Preparatorio de Menores de San Cristóbal (conocido como El Refor).
Hoy, esas raíces han dado frutos, y las nuevas generaciones siguen el ejemplo de los pioneros que defendieron con orgullo los colores locales.
Con torneos más organizados y la participación de equipos provinciales en competiciones nacionales, San Cristóbal se ha ganado un lugar en el mapa del fútbol dominicano.
«Es un orgullo ver a los niños y jóvenes de la provincia persiguiendo el balón, con la esperanza de algún día representar no solo a su comunidad, sino a todo el país».
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