El enunciado se abre a una primera consideración: ver la empatía como una cualidad exigible en los demás o tan solo algo deseable. Hasta donde sabemos, la ciencia conductual nos advierte de que no es una virtud consagrada a la condición humana, sino que es una capacidad emocional aprendida mediante refuerzo y modelado. Resultaría lógico, pues, pensar que algunos intentos de empatía en ocasiones se dedujeran como prescindibles e incluso hasta inoportunos.