Sus víctimas tienen entre 10 y 14 años y algo en común: su querencia por un famoso videojuego en línea que destaca por su violencia. A pesar de que se comercializa para mayores de 18 años, este juego es uno de los más populares entre niños que se pasan las horas combatiendo en un escenario en el que las armas son las protagonistas. Además, permite chats privados que un pederasta de 26 años detenido esta semana por la Guardia Civil aprovechaba para desplegar sus redes. Fue en este espacio, a priori seguro, donde el investigado entabló contacto con la primera de sus víctimas conocidas, un menor de 12 años de la localidad pontevedresa de Cambados que rompió el hielo de una fructífera investigación. Fuentes del caso trasladaron a ABC que la denuncia de los padres de este niño, al encontrar en su teléfono móvil fotografías y vídeos sexuales , los puso sobre la pista de lo que estaba sucediendo. La denuncia, en concreto, recoge que «su hijo enviaba fotos de desnudos y contenido sexual a una persona que parecía ser un adulto. Todo esto a cambio de 'skins', que son mejoras en este videojuego » introduce el agente a cargo de las pesquisas. A partir de ahí la investigación arranca y tirando del hilo el equipo de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Cambados descubre que otros cuatro menores del mismo grupo de amigos habían iniciado una relación virtual con este adulto, y se encontraban en igual situación. El modus operandi del pederasta se repetía. «Contactaba con ellos en los chats, se ganaba su confianza, y a raíz de haberse ganado esa amistad les iba proponiendo cosas. Subiendo escalones, cada vez un poquito más», profundizan desde el caso. Analizando las conversaciones que los niños mantenían con el adulto, la Guardia Civil detectó que estas peticiones se realizaban camufladas, a través de una especie de peaje que el hombre había bautizado como el 'Ritual' . Cuando un menor quería algo, como por ejemplo una mejora en el juego que debe abonarse con tarjeta bancaria, el pederasta aceptaba, pero previa compensación. «Era una forma –aseguran– de no darle nombre a esas peticiones para que no pareciesen tan bruscas». Lo envolvía, pero al mencionar esa palabra clave en la conversación «los menores ya entendían a qué se refería» y qué debían hacer . Los códigos, insisten, llegaron a estar tan claros e interiorizados que en ocasiones con pedirles una imagen «en calcetines» los niños ya sabían que implicaba que debían estar «solo» en calcetines. Las fotografías eran el primer peldaño de una subida en la que los premios , y también las contraprestaciones, iban en aumento. A través de las conversaciones con los menores de este grupo de amigos, los efectivos del Instituto Armado identificaron al adulto, un veinteañero residente en Almería, cuyo teléfono fue intervenido . En ese primer volcado de información aparecieron una decena de víctimas más repartidas por todo el territorio español, por lo que se ordenó el arresto del varón. En todos los casos la captación se realizaba de la misma manera, sin que ninguno de los afectados hubiese dado la voz de alarma. Es más, algunos de los menores ya identificados llegaron a reconocer que el encarcelado se ganó no solo su confianza, sino también la de sus padres , ante los que se hacía pasar por un 'amigo virtual' que les ayudaba con las tareas escolares. En los casos en los que las familias no tenían constancia de esta relación, son los agentes los que se están poniendo en contacto con ellos para revelarles lo ocurrido y comunicarles su derecho a iniciar acciones legales. « Nos encontramos en la tramitación de contactar con todos los padres, informarles de lo que ha ocurrido y que sepan que hay un procedimiento judicial abierto en el que sus hijos podrían ser víctimas de varios delitos», inciden desde la Guardia Civil. El acusado ingresó en prisión provisional tras su paso a disposición judicial y a espera de que efectivos del Equipo de Investigación Tecnológica de la comandancia de Pontevedra acaben de volcar el material informático, aún en proceso de análisis por la gran cantidad de archivos localizados. Estos datos serán vitales para conocer los pormenores del caso y clarificar algunas de las sospechas de los agentes, que tienen claro que el investigado llegó a citarse con alguna de las víctimas en desplazamientos que habría realizado fuera de la provincia en la que residía. Existen indicios, incluso, de que al margen de los premios virtuales con los que trataba de ganarse a los niños, aprovechaba estas citas en persona para regalarles iPhones, ordenadores y zapatillas de marca . También se cree, a tenor de algunas de las conversaciones intervenidas, que pasó la noche con alguno de ellos en los hoteles en los que se hospedaba. En su teléfono móvil, ya analizado en su totalidad, los agentes intervinieron multitud de vídeos de contenido sexual, entre ellos imágenes protagonizadas por pequeños de muy corta edad, incluso bebés.