Sergi Barjuán , fruto maduro de la cantera, pasó por ser el genial epígono del 'cruyffismo' . Jugador bajo y robusto, bien presentado de muslamen, en él se resumía el mundo de la banda izquierda culé de la segunda mitad de los 90, que era la arteria viva donde partían y continuaban las aceleraciones que Guardiola templaba y volvía a enardecer con un pase largo, certero y lánguido. Barjuán no pudo por edad celebrar la Copa de Europa del baño del Támesis, pero Cruyff, todo memoria, bajaba a las categorías inferiores a ver los frutos que dejaba la Masía y recomendó, cargado de futuro, que al protagonista de este cromo, fogado como extremo con vocaciones de relámpago, le fueran retrasando...
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