La Generación Z, según algunos autores, es aquella nacida entre 1997 y 2012. Hoy en día, estos jóvenes están cambiando el panorama laboral al priorizar nuevas aspiraciones. A pesar de la importancia de la tecnología, cada vez más jóvenes ya no se sienten atraídos por esas carreras.
Este cambio de rumbo está reconfigurando el futuro del mercado laboral y desafiando las expectativas previas sobre el tipo de trabajo que los jóvenes consideran valioso.
El interés de la Generación Z por las carreras tecnológicas disminuyó a medida que las grandes empresas de este sector enfrentan desafíos, como despidos masivos.
Según un estudio de la Sociedad Nacional de Académicos de Secundaria de Estados Unidos, las empresas tecnológicas dejaron de ser las más atractivas para los jóvenes.
Según Gizmodo, en 2024, Google (que en 2018 ocupaba el segundo lugar en la lista de empleadores preferidos) bajó al séptimo puesto, mientras que Amazon y Apple también perdieron posiciones en el top.
Este cambio estaría reflejando el fin de la década dorada de las grandes compañías tecnológicas que, a pesar de su innovación constante, ya no logran captar el interés de la Generación Z como antes.
Los jóvenes ahora valoran más la estabilidad laboral, un factor mencionado por el 76% de los recién graduados en una encuesta de Handshake.
Además, consideran importantes la ubicación y la reputación de las empresas, mientras que la falta de flexibilidad, como la obligación de trabajar desde la oficina, es un punto negativo para ellos. Prefieren empresas que les den la opción de decidir cuándo, dónde y por cuánto tiempo trabajar.
A medida que la tecnología pierde su atractivo, la Generación Z está optando por carreras en el sector de la salud.
En 2024, algunos de los trabajos más buscados por los jóvenes incluyen empleos en instituciones sanitarias de renombre como el St. Jude Children's Research Hospital, la Clínica Mayo y Health Care Service Corporation.
Este giro refleja un interés por profesiones que ofrecen un impacto directo y positivo en la sociedad, algo que los jóvenes valoran más que las promesas tecnológicas.