En la provincia de Huaral, a tan solo dos horas de Lima, se encuentra un pueblo fantasma conocido como San Salvador de Pampas. Este antiguo asentamiento, que una vez albergó a más de 800 personas, hoy está completamente deshabitado. La historia de su abandono se ha vuelto tema de interés para turistas y curiosos. Según el youtuber José Medrano, quien documentó su recorrido por el lugar, Pampas es un ejemplo claro de cómo el clima y la falta de recursos pueden obligar a una comunidad a migrar en busca de mejores condiciones. El pueblo, hoy desolado, sigue siendo testigo de lo que alguna vez fue un próspero centro rural.
Ubicado en lo alto de un cerro en Huaral, el pueblo de San Salvador de Pampas es considerado uno de los pueblos fantasma más enigmáticos del Perú. Aunque hoy se encuentra vacío, el lugar solía ser una próspera comunidad. José Medrano, quien visitó este pueblo para documentarlo en su canal, relató cómo las estructuras del pueblo, como casas, bodegas, la iglesia y la plaza, permanecen intactas, pero deshabitadas. El pueblo se convirtió en una especie de recuerdo del pasado, donde, en sus mejores tiempos, vivían cerca de 800 personas.
El hecho de que el pueblo esté tan cerca de Lima, a solo dos horas de la capital, lo convierte en un destino peculiar para los turistas que se aventuran a conocerlo. Sin embargo, a pesar de la ubicación geográfica, el lugar está en total abandono, lo que genera una sensación de desolación y misterio. Según el mismo youtuber, este pueblo fue hogar de cientos de familias, pero ahora solo quedan las estructuras, solas y desmoronadas, esperando ser testigos de nuevas visitas turísticas.
El principal motivo que llevó a los habitantes de San Salvador de Pampas a abandonar el pueblo fue el clima y las condiciones adversas para la agricultura. Pampas está situado a gran altitud, en la cima de un cerro, lo que genera un clima frío y poco propicio para la producción agrícola. Los cultivos que se podían sembrar en la zona eran limitados: papa, maíz y habas. Sin embargo, estos productos no eran suficientes para sustentar a toda la población.
Según testimonios de antiguos residentes, como el de Amelia Salas, exhabitante de Pampas, muchas familias decidieron mudarse al cercano pueblo de La Florida, donde el clima cálido y las mejores condiciones agrícolas les ofrecían la oportunidad de cultivar una mayor variedad de productos, como melocotones. Esta migración no solo se debió a la búsqueda de mejores tierras para cultivar, sino también a factores sociales como el cierre de la escuela del pueblo a mediados de los años 50, lo que llevó a muchas familias a buscar mejores perspectivas para sus hijos, comentó la exhabitante.
A pesar de su estado de abandono, Pampas sigue siendo un atractivo turístico, principalmente por su cercanía al centro arqueológico de Rupac, conocido como el "Machu Picchu limeño". Este sitio arqueológico, ubicado en el distrito de Atavillo Bajo, en la provincia de Huaral, es una fortaleza preincaica que ha atraído a miles de turistas por sus similitudes con las estructuras incas, como las kullpis (viviendas) y las chullpas (torres funerarias).
Durante las festividades, como la fiesta en honor a San Salvador, el pueblo cobra vida, y los pocos negocios que permanecen en pie se reactivan para atender a los turistas. Sin embargo, la mayoría de las casas y establecimientos siguen cerrados, y la sensación de desolación es palpable. José Medrano, en su visita al lugar, muestra cómo muchas viviendas están cerradas con candado, y solo algunas reciben mantenimiento ocasionalmente para poder atender a los pocos visitantes que llegan en fechas especiales.
Aunque Pampas sigue siendo un pueblo fantasma, su cercanía a Rupac y su rica historia lo han convertido en un punto de partida para quienes se aventuran a conocer el Machu Picchu limeño. Sin embargo, su futuro sigue siendo incierto, ya que la falta de recursos y la escasez de agua continúan siendo factores que limitan el regreso de la vida a este enigmático lugar.