La expansión de las tierras áridas amenaza la seguridad alimentaria mundial y exige acciones urgentes para mitigar el cambio climático.
Un nuevo informe de la Convención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD) advierte sobre el acelerado avance de la desertificación a nivel mundial. El documento, titulado «La amenaza mundial de la desecación de las tierras: tendencias de aridez a nivel regional y mundial y proyecciones futuras«, revela un incremento significativo de las zonas áridas en las últimas tres décadas. Se observa que el 77.6% de las tierras emergentes experimentan condiciones más secas. Este proceso representa una amenaza considerable para los ecosistemas y la población mundial.
El informe destaca la expansión de las tierras áridas en 4,3 millones de kilómetros cuadrados en las últimas tres décadas, una superficie superior a la de la Unión Europea y equivalente a casi la mitad del desierto del Sáhara. En la actualidad, las zonas áridas ocupan el 40.6% de las tierras emergentes, excluyendo la Antártida. El cambio climático es señalado como uno de los principales factores impulsores de este fenómeno. La magnitud de esta expansión geográfica pone de manifiesto la gravedad de la situación.
La desertificación tiene consecuencias devastadoras para la agricultura y la economía global. El informe indica que la aridez es la principal causa de degradación de los sistemas agrarios, afectando al 40% de las tierras arables. Se proyecta una disminución significativa en la producción de cultivos básicos para 2040. Se estima una reducción de 20 millones de toneladas en la producción de maíz, 21 millones en trigo y 19 millones en sorgo. Estas pérdidas tendrán un impacto profundo en la seguridad alimentaria mundial.
El impacto económico de la desertificación trasciende el sector agrícola. En África, el costo de la desertificación se estima en una caída del 12% del PIB entre 1990 y 2015. Los escenarios de emisiones moderadas prevén una caída adicional del 16% en el PIB de África y del 6.7% en Asia para 2079. Más allá de lo económico, la desertificación también incrementa la vulnerabilidad de la población, exacerbando la pobreza y la desigualdad en las regiones afectadas. Se prevé un aumento de la mortalidad infantil en zonas propensas a eventos climáticos extremos.
El informe revela un preocupante aumento de la población residente en zonas áridas. En 2020, el 30.9% de la población mundial vivía en estas zonas, en comparación con el 22.5% de principios de la década de 1990. Se estima que esta cifra podría duplicarse para 2100 en escenarios pesimistas de cambio climático. Este crecimiento poblacional en zonas cada vez más áridas intensifica la presión sobre los recursos hídricos y los ecosistemas.
El Interfaz de Política Científica (SPI) de la UNCCD, responsable del informe, recomienda una serie de medidas para mitigar los efectos de la desertificación . Entre estas se encuentran: reforzar la monitorización de los procesos de desertificación; mejorar las prácticas de uso del suelo; invertir en eficiencia del uso del agua; desarrollar la resiliencia en comunidades vulnerables; y fomentar la cooperación internacional. La implementación de estas medidas es crucial para enfrentar este desafío global.
En conclusión, el informe de la UNCCD presenta una imagen preocupante del avance de la desertificación a nivel global. Las consecuencias de este fenómeno para la agricultura, la economía, y la salud pública son significativas, y se espera que empeoren en el futuro. La implementación de estrategias de mitigación y adaptación es fundamental para proteger los recursos naturales y mejorar la resiliencia de las comunidades vulnerables frente a los impactos del cambio climático. Es necesario un esfuerzo conjunto a nivel internacional para abordar este desafío.
