Puede que quienes lean este escrito no formen parte de esa estadística, pero lamentablemente, existe un número significativo de empresarios que, ya sea por ignorancia o, peor aún, por subestimación, no reconocen que la geopolítica entendida desde una perspectiva global es un factor decisivo en la vida de las empresas.
Y es que sí: en un entorno global interconectado, tomar decisiones empresariales sin entender el contexto geopolítico mundial es literalmente jugar a la ruleta rusa con el futuro de sus negocios, de su dinero y de sus inversiones.
62 conflictos internacionales en un mundo donde existimos 195 países que erigen un entorno global totalmente interconectado no es poca cosa. Y en ese escenario se mueven nuestros negocios y empresas.
¿Usted que ahora me lee, conoce a alguien que siga con atención las tensiones -hasta ahora suaves- entre Claudia Sheinbaum en México y el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca a partir del 20 de enero de 2025, pero que al mismo tiempo pase por alto cómo, por ejemplo, la reciente caída de Bashar Al Assad en Siria está transformando el equilibrio de poder en Medio Oriente, con implicaciones directas para Occidente?
Si alguien se le viene a la mente o quizás usted mismo, éste escrito es para usted.
El análisis geopolítico ya no es exclusivo para los gobiernos, para los Thinks Tanks (tanques de pensamiento) o para los especialistas en relaciones internacionales.
La geopolítica es una herramienta empresarial clave.
Ya no vivimos en un mundo donde la estabilidad política y la seguridad jurídica sponn los únicos elementos esenciales a considerar. Tampoco basta con centrarse en la economía, los procesos inflacionarios, las políticas energéticas, los recursos naturales, los movimientos migratorios, o los acuerdos comerciales vs las guerras comerciales.
Y si hablamos de guerras comerciales, ni que lo digan empresarios transfronterizos entre México y Estados Unidos (especialmente aquellos de Nuevo León) que, con toda razón, enfrentan preocupaciones ante las amenazas arancelarias de Trump, respondidas con advertencias de Claudia Sheinbaum: “a cada arancel vendrá otro de vuelta.”
Una guerra comercial que, al final del día, no beneficia a nadie.
No, ya no se trata únicamente de esos factores tradicionales.
Hoy comprendemos que lo que hoy conocemos como ‘batalla cultural’ también juega un papel determinante: la reconfiguración que se está gestando en nuestras sociedades —incluyendo la desestructuración de la familia, la masculinización de la mujer, la feminización del hombre— no es un tema menor.
A esto se suma la influencia creciente de nuevos actores no estatales, ya no sólo empresas o corporaciones, sino también individuos empresarios que están protagonizando e influyendo directamente en las políticas públicas y en la dinámica global. Un ejemplo claro y para todos visibles: Elon Musk.
Pero no sólo él se perfilará así.
Hoy, los empresarios deben comprender que el tablero global ha cambiado: ya no jugamos futbol geopolítico en canchas rectangulares, con reglas claras y un estándar definido sobre cómo, contra quien, y ante qué árbitro apelar.
Ahora las canchas son redondas y las reglas se redefinen constantemente, en consecuencia adaptarse no es opcional, es imprescindible.
La geopolítica, para concluir, ya lo vemos: no es un lujo “intelectual” reservado para gobiernos y think tanks; es una herramienta imprescindible para proteger sus inversiones, adaptarse a los cambios, y garantizar el éxito de sus negocios a largo plazo.
El empresario que no lo vea así estará destinado a quedar rezagado en un mundo que no espera a nadie.
¿Seguirá entonces haciendo caso omiso al entorno global, o decidirá tomar la delantera y convertirlo en un diferenciador estratégico, entendiendo que, en este mundo hiperconectado todo lo que ocurre allá, afecta acá?
La decisión está en sus manos.
La autora es Internacionalista, Especialista en análisis de Data, Especialista en Consultoría política y gestión de gobierno, Consultora para Empresarios e Inversionistas, Escritora, Conferencista y Jefa Editor de The Freedom Post.
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