Ha ocurrido en Lorca, Murcia, hasta donde se ha desplazado una reportera de ' TardeAR ' (Telecinco) para hablar con Ana y sus hijos, Ana Vanesa y Daniel . Ellos han acudido al programa de Ana Rosa Quintana para reclamar su parte de herencia. Su padre ha fallecido y, como no estaban reconocidos por él, sus hijos legítimos se niegan a compartir y reconocer su derecho como descendientes del fallecido. Al menos eso han contado a la reportera. Durante el directo, se han desvelado detalles que han dejado sin palabras a los entrevistados. Y es que este hombre que ha vivido siempre en Lorca mantenía en la localidad murciana a dos familias , solo que una de ellas estaba a la sombra. Se habría separado, que no divorciado, de su primera mujer, con la que había tenido dos hijos, y habría formado otra familia con otra mujer, Ana, con la que gestó tres hijos, dos chicos y una chica. Nunca los reconoció y ellos jamás fueron conscientes –realmente ni una parte ni otra– del engaño. Tras la muerte de esta persona, el cabeza de familia, es que ha estallado la guerra. Ana y sus hijos acudía al programa de Ana Rosa Quintana para reclamar que fueran reconocidos sus derechos y lo que les correspondía. Sin embargo, cuál no sería su sorpresa cuando Manu Marlasca les ha dicho en vivo y en directo que la otra parte se ha puesto en contacto con ellos de manera cordial y les ha transmitido el siguiente mensaje: «Dicen que están algo sorprendidos y que es que a ellos también los han desheredado, quedándose solo con la legítima. Explican Pedro y Francisco que están dispuestos a hablar con vosotros, a que os hagáis la prueba de ADN y que si sale positiva, ellos lo aceptarán tal cual. También refieren que no entienden bien qué queréis, porque dinero no vais a coger, que no va a haber mucho dinero». Al otro lado de la pantalla, en Lorca , los hermanos no reconocidos han terminado diciendo que a ellos les «da igual, porque no queremos dinero, no nos importa eso. Nuestra madre nos ha sacado adelante sola». Ana Rosa Quintana puso una cara para la que no hacía falta añadir ninguna palabra. Hablaba por sí sola: «Entonces, ¿qué queréis?». «Solo queremos que se nos reconozca como hijos legítimos», han contestado. Y ahí ha quedado esta historia de una herencia que igual no es tal, con pocos euros de por medio y una historia digna de una novela de mediodía.
