Hay veces que tiene que hacerse todo mal para que las cosas salgan bien. Y así sucedió en el tercer gol del Atlético. Griezmann convirtió un mal disparo de Koke en una asistencia, pero también remató mal el francés y fue precisamente eso lo que le permitió superar al portero del Slovan.
Así, a trompicones, derrotó el Atleti al equipo eslovaco, un rival muy inferior, el segundo peor del torneo, pero que nunca acabó por irse del todo del partido. No ayudó la aparente facilidad con la que el equipo de Simeone se puso por delante. No había fabricado mucho juego de ataque aún cuando Julián Álvarez puso el uno en el marcador. Tiene una tremenda facilidad el argentino para desenredar partidos y para buscar los ángulos de la portería contraria. Lo hizo todo en uno con un disparo desde la esquina del área que buscó la escuadra contraria. Julián es una de las soluciones que siempre encuentra el Atlético para solucionar los partidos. Un futbolista que parece que lleva toda la vida en el Atlético y que forma una magnífica sociedad con Griezmann. Ante el Slovan marcaron entre los dos los tres goles del equipo para cerrar la décima victoria consecutiva entre las tres competiciones.
Todo marchaba a pesar de las excesivas precauciones iniciales del Cholo, que regresó a la defensa de cinco, que en algunos momentos eran seis, aunque los últimos partidos le han demostrado que sólo necesita cuatro para que sus laterales sean decisivos en ataque. Influye también que los elegidos sean Javi Galán y Marcos Llorente, que juega de todo.
Por ese costado derecho por el que entra Llorente llegó el segundo tanto. Se juntaron la calidad de Barrios para mandar una pelota a la derecha por donde entraba el lateral un poco forzado; la fe de Llorente para alcanzar un balón que no era sencillo y ponerlo en el área y la inteligencia de Griezmann para imponerse en el salto de cabeza a un defensa bastante más alto que él. Metió el cuerpo antes de que el central pudiera meter la cabeza y marcó el segundo del Atlético. El de la teórica tranquilidad.
La tranquilidad puede ser lo que más se busca, pero está sobrevalorada. Parte del atractivo de los partidos del Atlético es la imprevisibilidad. Al final acaba ganando, pero nunca se sabe cómo va a llegar hasta ahí. Incluso dio oportunidades al Slovan para llevar algo de incertidumbre al marcador.
Y no sólo por el gol, que llegó en un penalti de esos que sólo puede ver el VAR. Lenglet tocó por detrás a Strelec y el árbitro recibió el aviso de sus ayudantes de vídeo para que lo revisara. El mismo Strelec marcó desde los once metros.
La amenaza del Slovan se hizo real con ese gol. Aunque antes y después mandó disparos a los palos. El primero, de Barseghyan, su mejor jugador, que llevó al campeón eslovaco a encadenar varias llegadas al área y unos buenos minutos para incomodar un poco al Atlético. Pero Barseghyan se marchó lesionado en la primera mitad y con él desaparecieron un poco las opciones del Slovan a pesar de la insistencia de Strelec.
Pero la alegría después del gol no le duró mucho. Apareció Griezmann, como siempre, para marcar el tercero y decidir un partido que sólo podía seguir un camino, el de la victoria rojiblanca.
El Slovan, que aún no ha puntuado en el torneo, cumplió su principal objetivo, el de no salir goleado del Metropolitano. Y el Atlético sigue en su pelea por meterse entre los ocho mejores de la competición para ahorrarse una eliminatoria, un par de partidos en febrero que vienen bien para refrescar las piernas.
Aunque a este ritmo no se sabe si es mejor parar o seguir. Sobre todo cuando, como al Atleti, hasta lo que hace mal le sale bien.