Existe la creencia incorrecta de que África se trata de una masa de tierra uniforme e ingobernable. Se entiende. Al final, África como continente es demasiado grande y demasiado rica en matices como para que pueda comprenderla un individuo que vive en la otra punta del mundo. Se entiende que proliferen las creencias incorrectas acerca de África porque la falta de información relativa a sus acontecimientos es abismal. Cientos de años de ideas preconcebidas y de estudios dominados por el racismo cultural y biológico han acumulado opiniones obsoletas pero que aún hoy siguen dándose por válidas. Teorías de Rousseau sobre la libertad del individuo que aún se mantienen, casi como si todavía se diese por válido que la tierra es plana o que el sol gira a nuestro alrededor.
Definir África como ingobernable sería incorrecto. Decir que determinados países, como Mali, Sudán o Burkina Faso resultan ingobernables en su contexto actual (y limitado por un espacio de tiempo que puede terminar en un futuro) sería una afirmación más acertada. Pero África no es ingobernable, o no es menos gobernable que Europa. Sólo hace falta coger los tres últimos procesos electorales en Europa y los tres últimos en el continente africano para desmontar las viejas ideas.
Tres últimos procesos electorales de relevancia en Europa: las elecciones parlamentarias de Georgia y las elecciones presidenciales de Moldavia y de Rumanía. En Georgia, los resultados de las elecciones despertaron dudas sobre una injerencia rusa, a la vez que dieron lugar a una concatenación de protestas que se han saldado por el momento con una dura represión policial y 300 ciudadanos detenidos. Decenas de agentes han resultado heridos mientras que los manifestantes han tenido que ser dispersados en repetidas ocasiones con gas lacrimógeno y cañones de agua. Las elecciones presidenciales de Rumanía tampoco han estado exentas de polémica. El Tribunal Constitucional del país anuló recientemente la primera ronda de las elecciones presidenciales que se celebraron el pasado 24 de noviembre, acusando injerencias extranjeras.
Lo sucedido en Rumanía ha levantado pasiones. Unos acusan la injerencia citada mientras que otros discuten la legalidad de esta anulación por considerarla una estratagema de la Unión Europea ante el temor de la victoria de un candidato más cercano a Rusia. También hubo protestas. También hubo caos y una zozobra en la gobernanza. Y Moldavia, cuya segunda vuelta electoral se celebró este mes de noviembre, se trata de un país donde la inestabilidad política ha arreciado en los últimos años. Fuertes desordenes públicos y protestas han protagonizado las pantallas de las televisiones en los dos últimos años, incluyendo aquellas que han solicitado la anulación de las elecciones para dar paso a un nuevo proceso electoral. No sería disparatado afirmar que tres países europeos (eso, sin contar con fuertes crisis políticas en Reino Unido, Francia y Alemania) mantienen hoy una situación de gobernanza/democracia tambaleante hasta ciertos niveles.
Tomando las últimas tres elecciones presidenciales en África, ocurridas en Ghana, Namibia y Botsuana, puede determinarse un común denominador que las identifica: la celebración de procesos electorales transparentes, pacíficos, insertos en el calendario electoral previamente programado y donde (en los casos de Ghana y Botsuana) candidatos opositores al gobierno resultaron ganadores. Regeneración democrática y paz. Más de lo que se puede decir de los últimos ejemplos europeos. No hubo protestas, ni anulaciones por parte de ningún tribunal, igual que tampoco se conoce que hayan sucedido injerencias extranjeras relevantes en ninguno de los tres comicios.
En lo referente a las elecciones de Ghana, la Unión Africana escribió un comunicado donde “elogia al Gobierno de la República de Ghana por crear las condiciones que permitieron a la CE cumplir eficazmente su mandato, a los partidos políticos relacionarse con sus partidarios y a los medios de comunicación y a la sociedad civil desempeñar sus funciones sin obstáculos”. Hablando de las elecciones de Botsuana, la misión de observadores de la Unión Europea afirmó que “acoge con satisfacción la transición ejemplar del poder, después de que el presidente saliente, Mokgweetsi EK Masisi, reconociera su derrota y llamara a sus seguidores a unirse en apoyo del nuevo Gobierno”.
Es evidente que no es oro todo lo que reluce. En Namibia hace más de tres décadas que gobierna el mismo partido y las elecciones de marzo en Senegal se saldaron con protestas y fallecidos, igual que las elecciones celebradas en Mozambique durante el pasado 9 de octubre. Por ello, es importante mirar el continente africano, y Europa, a través de sus detalles. Ni tan bueno, ni tan malo. Ni tan absoluto. Lentamente debemos los europeos abandonar una visión generalista del continente africano, si no deseamos caer nosotros en una generalización similar donde empiece a murmurarse que Europa es ingobernable, vistos los ejemplos dispuestos en este artículo y las crisis políticas que atraviesan numerosos países.