Podría decirse que, 200 años después, hemos tenido dos conmemoraciones separadas y simultáneas de la batalla de Ayacucho. Una en el campo andino sobre el cual se dio la batalla, la otra en Palacio de Gobierno. Dina Boluarte no quiso desplazarse hasta Ayacucho, donde desde su llegada al poder ha tenido choques de todo tamaño con la población. Su argumento para no ir ha sido el clima. Lima le es cómoda y suficiente.
Ha sido una fecha mocha desde varios puntos de vista. No solo faltó la presidenta a una de las conmemoraciones, sino además faltaron algunas presencias importantes en lo que fue, o debió ser, un momento internacional. Luego de tantos líderes en la APEC, puede decirse que en el bicentenario de la batalla que convocó a tantas naciones, no hubo uno solo.
La ausencia más saltante, y a la vez la más comprensible hoy, fue la de Venezuela. Simón Bolívar fue el héroe de aquel desenlace final, pero Nicolás Maduro y su entorno son personas a las que uno no quiere invitar a nada. Al menos hasta que enseñe al mundo las balotas de la pasada elección. A falta de Ayacucho, esas balotas serían su Waterloo.
Pero delegados (no mandatarios, ni cancilleres) de Argentina, Colombia y Chile fueron una presencia evocadora de los países que, junto a Venezuela, aportaron soldados y oficiales a la confrontación final contra el imperio. Si hemos escuchado bien, Boluarte en su discurso de Lima no tuvo nada que elaborar sobre este aspecto de lo que ella estaba presidiendo.
La institucionalidad y la opinión pública del Perú son muchísimo más sanmartinianas que bolivarianas, y más en estos años, por obvias razones. Con lo cual solo la región Ayacucho ha tenido cierto fervor en el tema. En esa región tal vez no se ha hecho más festejo para no subirle los bonos al gobierno de Boluarte, por muy wayki que sea el gobernador local.
Incluso hay muchos desencantados de la democracia peruana, sobre todo en la derecha, opinando que mejor nos hubiera ido manteniéndonos como colonia española. No sabemos de algún ejemplo de esta conveniencia de lo colonial hispano frente a lo independiente en América Latina. ¿A qué país le fue mejor cuando España gobernaba?