El investigador del CSIC Fernando Valladares fue objeto de ataques furibundos en las redes sociales tras sus intervenciones públicas en las que relacionaba la catástrofe de la DANA en Valencia con el cambio climático. El doctor en Ciencias Biológicas, divulgador muy activo, recibió una oleada de insultos personales e incluso amenazas a su integridad física: gente anónima pidió su cabeza o que se le pusiera en «la lista de personas a eliminar». Este ejemplo reciente no es, por desgracia, anecdótico. Un estudio pionero en nuestro país, llevado a cabo por el Science Media Centre (SMC) España, revela que la mitad de los investigadores españoles ha recibido algún tipo de ataque tras hablar de ciencia en los medios en los últimos cinco años. La encuesta, que cuenta con la dirección científica del grupo de investigación Gureiker de la Universidad del País Vasco (UPV), señala que los insultos y el cuestionamiento de la capacidad e integridad profesionales son los ataques más repetidos. Prevalecen especialmente en la red social X, seguida de los comentarios en medios y plataformas online. Los temas que más reacciones de odio suscitan: el Covid-19 y el cambio climático. La encuesta del SMC España se inspira en otras similares llevadas a cabo por las revistas 'Nature', en 2021, y 'Science', en 2022. Sus resultados «pusieron el foco en las experiencias negativas del personal investigador en los medios durante la pandemia y pusieron en marcha iniciativas para dar respuesta al acoso», recuerda Pampa García Molina, coordinadora de la organización. «El tema es relevante, más aún para evitar la desinformación y la necesidad de que las fuentes expertas participen a la hora de elaborar las noticias», señala. El estudio se basa en 237 encuestas completadas por expertos de la base de datos del SMC -el 17% de los consultados- entre junio y julio de este año. Los participantes pertenecen a universidades y centros de investigación, la mayoría con más de 20 años de experiencia, con paridad entre hombres y mujeres. Sobresalen los especialistas en biomedicina y ciencias medioambientales. «Un porcentaje alto de las personas que hablan de temas como el Covid, las vacunas, la epidemiología, el medio ambiente y el cambio climático han pasado por malas experiencias, pero también son los asuntos más tratados en los medios», puntualiza Maider Eizmendi Iraola, directora científica del trabajo. Con todo, más del 80% de los científicos tiene una buena percepción sobre su participación en los medios. Lo que más valoran es la posibilidad de visibilizar sus investigaciones y hacer llegar su mensaje, y su mayor miedo, que este se tergiverse. Prefieren los medios informativos a las tertulias de opinión, y respecto a las redes sociales, optan por X con una diferencia significativa -el 30% la utiliza diariamente- frente a otras como Facebook o YouTube. Las mujeres son, con más de diez puntos de diferencia porcentual, las que han sufrido más experiencias negativas. «Operan los estereotipos de género -apunta Eizmendi-. Ellas soportan más comentarios sobre su aspecto físico y su capacidad profesional, que se les presupone a los hombres. A ellos se les ataca en su integridad profesional», acusándoles, por ejemplo, de falsear sus resultados para favorecer unos intereses. Los comentarios de odio, la gran mayoría anónimos -pocos llegan de otros colegas- influyen en el bienestar de los científicos. Casi un cuarto afirma que los ataques no les han afectado, «pero el porcentaje de los que acusan ansiedad, inseguridad personal y otros problemas psicológicos es significativo, especialmente entre las mujeres», dice la investigadora de Gureiker. En estos casos, en las redes sociales optan por bloquear cuentas, reportar los malos modos, poner sus perfiles en privado o, sencillamente no leer los comentarios. Un 16,5% decide dejar de divulgar en los medios y muy pocos piden ayuda a sus empleadores. Como en muchas ocasiones la labor de divulgación es voluntaria, «no acuden a sus instituciones y es una realidad que queda oculta». Para evitar estas situaciones de acoso, los encuestados solicitan a las instituciones formación sobre comunicación de la ciencia, mecanismos de protección y mayor implicación para reducir, en la medida de lo posible, este problema.
