El año próximo se cumple medio siglo del fin del franquismo y del comienzo de la monarquía parlamentaria que, basada en el pilar fundamental de la reconciliación que se levantó en la Transición, dieron paso al periodo democrático de más prosperidad y libertad que jamás haya conocido España, desde que Don Juan Carlos heredara todo el poder de Franco para entregárselo a los españoles en sólo año y medio. Sería deseable que los eventos promovidos por el Ejecutivo se centraran en el espíritu de concordia que presidió aquel proceso y no en una especie de festival del guerracivilismo y de las dos Españas, que es a lo que –con la asistencia de hasta trece ministros en el acto– apuntó el anuncio que Sánchez hizo para conmemorar la fecha. Que la llamada «memoria democrática», que el PSOE redactó a medias con los proetarras de Bildu, vaya a servir de base para conmemorar la efeméride aporta pistas fiables de que la discordia, la manipulación y el frentismo sectario presidirán el recuerdo de aquel conmovedor y fértil momento político.