Los rebeldes sirios nombraron a Mohamad al Bashir como nuevo jefe de gobierno, en un movimiento que busca consolidar el liderazgo en medio de la prolongada guerra civil. "El Gobierno en funciones de la fase transitoria dura tres meses bajo la presidencia de Mohamed al Bashir", dijeron fuentes de la Administración Política Siria a la televisión local.
Al Bashir, quien fue una figura clave en la oposición siria, asume el cargo en un momento crítico para los grupos rebeldes que luchan contra el régimen de Bashar al Asad. Su elección se considera un intento de unificar las facciones rebeldes y fortalecer la gobernanza.
El nuevo líder expresó su compromiso de trabajar por la paz y la estabilidad en Siria, así como de atender las necesidades de la población afectada por el conflicto. "Este encargo fue por parte del Mando General. Se nos ha encomendado de llevar el gobierno de Siria en funciones hasta 1 de marzo de 2025", dijo Al Bashir
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Mohamed al Bashir, nacido en 1983 en Jabal Zawiya, noroeste de Siria, fue designado por los rebeldes para liderar la transición tras el fin del régimen de 24 años de Bachar al Asad, derrocado por una ofensiva insurgente encabezada por Ahmed al Charaa, conocido como Abu Mohamed al Jolani, y el ex primer ministro Mohamed Ghazi al Jalali.
Su incursión en la política comenzó después de las revueltas de 2011 contra Al Asad, surgidas en el marco de la "Primavera Árabe" y brutalmente reprimidas por el régimen sirio con el apoyo de Irán y Rusia. Antes de su actual cargo como jefe del Gobierno de Salvación ocupó el puesto de ministro de Desarrollo y Asuntos Humanitarios en la administración de Ali Keda.
Con experiencia en la Compañía Siria de Gas como responsable del departamento de instrumentos de precisión y varios certificados en gestión de proyectos y planificación administrativa, Al Bashir combina competencias técnicas con un enfoque político. Desde su nombramiento, lideró esfuerzos humanitarios para asistir a los tres millones de habitantes de Idlib.
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Siria atraviesa una fase crítica tras el derrocamiento de Bashar al Asad, quien abandonó el país en medio de una ofensiva insurgente que puso fin a 24 años de su régimen. Este cambio de poder ha sido recibido con esperanza por parte de la población, aunque acompañado de incertidumbre respecto al futuro político y social del país.
Diversas facciones rebeldes, incluidas aquellas lideradas por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), asumieron roles de liderazgo en territorios clave, pero la falta de cohesión entre los distintos grupos plantea riesgos de fragmentación y dificulta la formación de un gobierno estable.
Paralelamente, actores regionales como Israel avanzaron territorialmente en Siria, llegando a ubicarse a pocos kilómetros de Damasco, lo que ha generado tensiones adicionales con países como Egipto, Qatar y Arabia Saudita. La ONU alertó sobre el creciente riesgo de desplazamientos masivos debido a la ofensiva islamista, agravando una crisis humanitaria ya significativa.
