El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, concluyó este martes su primer día de testimonio en su juicio por corrupción (se le espera de nuevo mañana por la tarde) con una larga perorata contra los medios de comunicación israelíes, a los que acusó de "parciales, monodireccionales y poco profesionales".
"La distancia entre los medios y cualquier tipo de ética es un abismo", aseguró el primer ministro, al que se acusa, entre otras cosas, de hacer favores a directivos de los medios de comunicación para recibir coberturas favorables.
El mandatario testificó este martes por primera vez en el juicio por corrupción que arrastra desde 2020, acusado en tres causas separadas de los delitos de fraude fiscal, cohecho y abuso de confianza.
Tras un año de atrasos justificados por la guerra en Gaza y luego en Líbano, Netanyahu accedió este martes por la puerta de atrás al tribunal de Tel Aviv para testificar en su juicio por corrupción, mientras a la entrada de la corte cientos de personas, a favor y en contra del mandatario, compiten por hacer más ruido e imponerse como la opinión generalizada en Israel hacia él.
"Bibi, ¿no?", pregunta una mujer de camino a la corte al ver a los periodistas cargados con cámaras, utilizando el mote con el que los israelíes se refieren al primer ministro. Ella misma confiesa tener una vista en el mismo tribunal, situado en la céntrica calle Weizmann de Tel Aviv, y teme que haya demasiada gente.
La zona ya era un hervidero de manifestantes en torno a las 10.00 (8.00 GMT), hora de inicio de la vista, a la que el primer ministro llegó puntual, pero inadvertido para los manifestantes al usar otra puerta.
Cuando corre la noticia de que Netanyahu ya está dentro del tribunal, ya hay unas 200 personas congregadas: a la derecha, quienes defienden al mandatario; a la izquierda, sus detractores. Ambos cargados con megáfonos y altavoces compiten por imponer su mensaje.
Entre los dos bandos, apostada en silencio frente a la entrada del tribunal, se concentra una decena de familiares de los rehenes de Hamás. Tras más de 14 meses de guerra en el enclave, que han costado la vida de más de 44.700 palestinos, 96 secuestrados siguen en manos de Hamás y las autoridades israelíes reconocen que al menos 34 están muertos.
"Tres personas de mi familia fueron asesinadas el 7 de octubre: mi hermana pequeña y dos cuñados. Siete personas de mi familia fueron secuestradas en Gaza, seis de ellas volvieron y Tal sigue allí", cuenta a EFE Aviv, familiar del cautivo Tal Shoham, ante la corte. "Estaremos en cada sitio, cada día, donde podamos exigir recuperarlos", añade.
En las protestas que los familiares de los cautivos mantienen semanalmente en Tel Aviv se ha extendido la idea de que Netanyahu mantiene la guerra en Gaza, a costa de la vida de los rehenes, para evitar testificar por corrupción.
La mayoría de los manifestantes contra Netanyahu cargan con una fotografía de Ron Arad, un piloto de las Fuerzas del Aire que fue capturado en Líbano en 1986, en paradero desconocido desde entonces. Su imagen hoy, a las puertas de la corte, es para quienes protestan un símbolo de lo que ocurre con los rehenes ante la inacción del Gobierno.
Junto a la imagen de Arad se ven pancartas de la ONG pacifista israelí Standing Together que reclaman un acuerdo con Hamás para rescatar a los rehenes, fotografías de Netanyahu en carteles de "Se busca" y hasta un hombre disfrazado del primer ministro con grilletes en sus muñecas.
Netanyahu responde hoy por primera vez ante las tres causas por fraude, cohecho y abuso de confianza de las que se le acusó en 2019, por supuestamente haber recibido regalos a cambio de favores y por presiones para lograr una imagen positiva sobre su gestión en medios de comunicación.
Desde que el juicio se abrió en 2020,sus seguidores denuncian que se trata de una estrategia de la "izquierda judicial", algo que quienes protestan a la derecha de la corte repiten constantemente.
"Todo el tiempo la izquierda de Israel intenta hacerle caer", afirma Maraa, mientras carga con una pancarta del partido del mandatario, el Likud, con el texto "Israel es fuerte con Netanyahu".
Por las puertas del tribunal pasan distintas personalidades de la derecha israelí, como el diputado ultra Almog Cohen o el ministro de Comunicaciones, Schlomo Karai, recibidos entre vítores por los seguidores de 'Bibi'. Dentro del recinto se encuentran otros ministros que han acudido a apoyar al gobernante, como el antiárabe Itamar Ben Gvir.
Ante el juez, el líder de la defensa, Amit Hadad, reproduce este mensaje: "La Policía israelí no investiga un crimen, sino a una persona", sosteniendo la denuncia del Gobierno según la cual el juicio es de carácter político.
De puertas a fuera, la tensión entre los manifestantes se traslada a las cafeterías cercanas, donde muchos se desplazan ante la perspectiva de que la vista se extenderá durante horas.
Una de las seguidoras del mandatario pasea por una de ellas con una pancarta en alto en la que se lee "El proceso judicial daña la seguridad nacional". Mientras hace cola en el local, otra mujer pone los ojos en blanco a su paso y resopla: "Es culpable de narices"
En el juicio, que comenzó en mayo de 2020 y por el que han pasado unos 140 testigos de los 300 que iban a ser llamados, se dirimen de forma combinada tres casos separados:
Caso 1000 por recibir regalos:
Netanyahu está acusado de fraude y abuso de confianza por aceptar él y su esposa Sara casi 300.000 dólares en regalos, incluidos champán y puros, entre 2007 y 2016 del productor de Hollywood Arnon Milchan y del multimillonario australiano James Packer. A cambio, según los fiscales, el primer ministro intercedió a favor de Milchan, incluso presionando al Ministerio de Finanzas para que duplicara la duración de una exención fiscal para israelíes expatriados, después de que el productor regresara a Israel.
También acusan a Netanyahu de presionar a EE.UU. para que renovaran el visado a Milchan y de intervenir para facilitar un acuerdo de fusión entre dos televisiones, una de ellas propiedad parcial del productor. Ninguno de los dos está siendo juzgado, pero Milchan sí admitió en 2020 haber entregado regalos a los Netanyahu.
Los delitos de fraude y abuso de confianza pueden acarrear penas de prisión de hasta tres años.
Caso 2000 por una cobertura de medios favorable:
Tiene que ver con un supuesto acuerdo de quid pro quo en 2014 con Arnon Mozes, editor de 'Yediot Aharonot', uno de los principales periódicos de Israel. Según la acusación formal, Netanyahu iba a recibir una cobertura favorable en ese medio. A cambio, se le acusa de aceptar considerar la promulgación de una legislación que limitaría la circulación de 'Israel Hayom', diario rival propiedad de Sheldon Adelson, un partidario de Netanyahu.
En este caso, el primer ministro no está acusado de cumplir esa promesa, pero sí de aceptar tal compromiso, por lo que se le imputan también los cargos de fraude y abuso de confianza. Mozes, también enjuiciado, ha negado haber cometido algún delito.
Caso 4000 por favores regulatorios a empresas de telecomunicaciones:
Los fiscales afirman que, entre 2012 y 2017, el magnate Shaul Elovitch -antiguo dueño del portal de noticias israelí Walla y accionista mayoritario del grupo de telecomunicaciones Bezeq- concedió favores a los Netanyahu y permitió que moldearan según sus intereses la cobertura de ese medio, a cambio de favores regulatorios para Bezeq, que no limitaran fusiones o ganancias financieras.
Además de fraude y abuso de confianza, en este caso está también acusado de cohecho, lo que puede conllevar penas de prisión de hasta 10 años. Los Elovitch, que han sido enjuiciados, niegan haber cometido algún delito.
La policía también abrió en su día el Caso 3000 que se refería a supuestas irregularidades en la adquisición por parte del anterior gobierno de Netanyahu de submarinos de fabricación alemana, pero finalmente fue absuelto.
Si es declarado culpable con condena firme, Netanyahu debería dimitir, pero mientras dure el juicio puede mantenerse en el poder, ya que la ley israelí indica que un ministro debe renunciar si es acusado, pero no se aplica al jefe de Gobierno. Es poco probable que el juicio, incluidas las posibles apelaciones, termine antes de 2028-29.
"Siento una profunda obligación de seguir liderando a Israel de una manera que garantice nuestro futuro", afirmó el primer ministro en 2018 cuando la policía publicó su investigación y presentó cargos contra él.
El exministro Ehud Olmert sí dimitió en 2009 tras ser acusado de haber aceptado sobornos cuando era alcalde de Jerusalén, por lo que fue condenado después a seis años de cárcel en 2014. También el asesinado Isaac Rabin renunció a ese cargo en 1977 solo porque se descubrió que su esposa tenía una cuenta bancaria con unos pocos miles de dólares abierta en EE.UU., algo prohibido a cargos públicos israelíes.
Netanyahu, que se ha declarado víctima de una "caza de brujas", no tiene intención de dimitir, e incluso logró volver al poder tras los comicios de 2022, tras un breve paso por la oposición de un año y medio, sin que sus causas por corrupción interfieran apenas en la campaña electoral.