La guerra accionarial del Sevilla ha alcanzado cotas de agresividad verbal (y de la otra) que jamás creí que pudiese presenciar. Cada reunión entre los propietarios de la SAD (debe recalcarse siempre, el Sevilla es otra cosa) es una patada en la boca del estómago a toda persona que sienta mínimamente el rojo y el blanco, dejando a una altura miserable el prestigio y buen nombre de la entidad. Cada uno defiende su posición, patrimonio o lo que considere oportuno, faltaría más, pero unos y otros hace tiempo que dejaron de pensar en servir al Sevilla para servirse de él. No estamos descubriendo nada. Viene ocurriendo desde que se apostase por remodelar el consejo de administración desde una postura endogámica,...
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