Con un país en ruinas, ciudades devastadas y más de seis millones de refugiados, la dictadura de Bashar al Assad encontró en la droga una fuente segura de ingresos que sostuvo a la élite gobernante en su apogeo mientras más de una cuarta parte de la población subsistía en la miseria más absoluta. Conocida como «la cocaína de los pobres» , el captagón —cuyo nombre técnico es fenetilina— ha consolidado a Siria como un auténtico narcoestado en los últimos años del régimen. Estados Unidos , que ha impuesto sanciones específicas contra la familia Assad, ha denunciado en varias ocasiones esta economía ilícita, al igual que los opositores armados que, tras tomar zonas estratégicas como Damasco , revelaron la magnitud del...
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