Día uno después de la caída de la dictadura, una de las más férreas y violentas de la historia de la región, Siria, otrora país central en la geopolítica de Oriente Medio y uno de sus centros históricos y culturales, se adentra en un nuevo escenario cargado de interrogantes. Con un panorama social al borde de la catástrofe humanitaria -el 90% de los sirios se encuentran en situación de pobreza-, un territorio dividido de facto en distintas zonas de influencia, con la caída del aparato de la autocracia del clan Asad fundamentalmente en dos, la que ahora dominan los rebeldes -a la cabeza los yihadistas del Hayat Tahrir al Sham- protagonistas de la fulgurante operación militar culminada el domingo y las prokurdas Fuerzas Democráticas Sirias, y un aparato estatal e institucional en desintegración, la tarea interna y externa por la recuperación del país se antoja ingente.
La coalición de grupos yihadistas y rebeldes responsables del derrocamiento de Bachar al Asad, huido a Rusia, el país que hace casi diez años salvó su cabeza tras 25 años de dictadura, anunciaba ayer la creación de una autoridad de transición encabezada por Mohamed al Bashir, quien hasta ahora estaba al frente del Gobierno de Salvación nombrado por Hayat Tahrir al Sham (HTS) en zonas bajo su control en Idlib.
El Mando General rebelde desvelaba que Al Bashir tiene la potestad de formar un nuevo gobierno «para gestionar la fase de transición» tras unas conversaciones con el primer ministro saliente, Mohamed al Jalali, con el fin de materializar «una transferencia de poder» que «evite que Siria entre en un estado de caos».
«Nuestras fuerzas están completando el control de la capital y preservando las propiedades públicas. El nuevo gobierno iniciará sus trabajos inmediatamente después de su formación», afirmó la citada autoridad a través de un comunicado publicado en Telegram después de un encuentro entre Al Jalali y el líder de HTS, Abú Mohamed al Golani. Con todo, las miradas están puestas en el líder de la rebelión, un antiguo yihadista que combatió durante la década pasada en las filas del Frente al Nusra y se presenta hoy, tras varios años de alejamiento de los postulados más radicales, como un hombre moderado capaz de preservar las instituciones del Estado y garantizar la cohesión de un país multiétnico y religiosamente diverso como Siria.
En este sentido, en la tarde de ayer la coalición de milicias triunfantes anunciaba una amnistía general para todos los militares del Ejército regular sirio, incluidos reservistas. «Sus vidas son seguras y nadie puede ponerlas en peligro», rezaba un mensaje de la entidad liderada por Abú Mohamed al Golani en Telegram. También a final de la jornada de ayer, una comunicación oficial del Parlamento sirio recogida por la agencia estatal Sana dejaba constancia de su voluntad de construir «una nueva Siria».
El mismo Parlamento leal a Bachar al Asad hasta el domingo celebraba la «jornada histórica» que vivió ayer lunes el país levantino tras la huida del ya expresidente a Rusia. «El 8 de diciembre es ya una jornada histórica de la vida de todos los sirios. Apoyamos la voluntad del pueblo de construir una nueva Siria hacia un porvenir mejor, gobernada por la ley y la justicia».
El tiempo dirá si los rebeldes sirios, comandados por yihadistas, regresan a las veleidades radicales, las mismas que les llevaron a proclamar un califato que, en su cénit, controló entre 2014 y 2019 un tercio del suelo sirio y un 40% del iraquí. No en vano, Hamás, organización islamista suní como HTS, felicitó ayer a las nuevas autoridades por haber «hecho realidad las aspiraciones a la libertad y la justicia» de los sirios. La organización palestina a instalado a todos los sectores de la sociedad siria a preservar «la unidad nacional y la integridad territorial».
Aunque en estos momentos la mayor parte del territorio, en torno al 80%, se encuentra en manos de los rebeldes liderados por HTS -que han contado con el apoyo de Turquía desde el principio de su operación-, al menos el 20% del suelo sirio vive bajo la autoridad de las prokurdas Fuerzas Democráticas Sirias, que, a su vez, están respaldadas por Estados Unidos. La mejor garantía de la integridad territorial siria pasaría, con el escenario actual, por una autonomía kurda leal con el Estado inspirada en el modelo iraquí.
Otro de los peligros para Siria y la región en su conjunto es cuál será el destino del arsenal de armas químicas en manos del régimen hasta el pasado fin de semana. La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas pedía ayer a las nuevas autoridades rebeldes la seguridad de los mismos «a fin de subrayar la importancia primordial de garantizar la seguridad de todos los materiales e instalaciones vinculados a las armas químicas». A pesar de la precariedad de la situación, decenas de miles de personas viajan en las últimas horas desde distintos puntos del país hacia Damasco; son algunos de los más de 7 millones de personas que se vieron obligadas a abandonar sus hogares en el interior de la propia Siria como consecuencia de la guerra. Otros 6 millones de sirios han encontrado refugio durante los 13 años de conflicto bélico en distintos puntos de la región, y una parte de ellos también ha emprendido, quizás solo temporalmente, el camino de regreso a su patria.