En diversos países de Sudamérica, una fruta, que sobresale por su tamaño, crece como un ejemplo de biodiversidad y la diversa naturaleza de la región. Conocida por su capacidad de superar los 50 kilogramos, también destaca por la mezcla de sabores que van desde el plátano hasta el mango. Su presencia en el continente y en el mundo en general se extiende a más de 6,000 años.
Con una piel espinosa que protege una pulpa llena de nutrientes esenciales, la fruta ha ganado un lugar en la gastronomía como una opción versátil y saludable. Su textura singular permite su uso en diversas preparaciones, tanto dulces como saladas.
Parte de la familia de las Moráceas, junto con higos y moras, destaca por su contribución a la cocina. Proveniente de un árbol de 20 m de altura, la experiencia con esta fruta comienza desde que es abierta, ya que opaca o a otras frutas con un color amarillo intenso y está presente en muchos países limitantes con el Amazonas.
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En las profundidades de la Amazonía peruana, la jaca se alza como un tesoro natural, tanto por su imponente tamaño como por sus beneficios nutritivos. Este fruto, proveniente de árboles que pueden alcanzar los 20 metros de altura, sobresale en su entorno gracias a su adaptación a las condiciones cálidas y húmedas de la selva. Con un peso que puede superar los 50 kg y un color amarillo intenso en su interior.
La jaca se distingue por ser un alimento rico en nutrientes esenciales, convirtiéndose en un aliado para mantener una buena salud. Contiene vitaminas como la C y la A, minerales como hierro, potasio y calcio, así como antioxidantes que fortalecen el sistema inmunológico y mejoran la digestión. Según Saby Mauricio Alza, nutricionista peruana, esta fruta también es fuente de energía para deportistas.
La jaca, conocida científicamente como Artocarpus heterophyllus, es una fruta tropical que sorprende tanto por su origen como por su versatilidad. Originaria del suroeste de la India, esta fruta se ha adaptado exitosamente a diversas regiones tropicales de Asia, África y Sudamérica, donde ahora es parte distintiva de su flora.
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El cultivo y la cosecha de la jaca es un proceso que refleja su conexión con las condiciones tropicales. Los árboles, que alcanzan alturas de 15 a 20 metros, necesitan alrededor de 20 semanas para producir frutos maduros. Durante la cosecha, los frutos se cortan cuidadosamente para preservar su calidad, y posteriormente se extraen el corazón y los gajos que componen su jugoso interior.
Más allá de su uso en la cocina, la jaca representa una fuente sostenible de alimento y recursos, debido a su capacidad para adaptarse a climas húmedos y a su madera resistente, lo que refuerza su utilidad en las comunidades que la cultivan.