La oración es un refugio espiritual para millones de personas y es un pilar fundamental entre la relación de las personas y Dios. Desde hace siglos, los humanos encontraron en ella y el rezo un espacio para conectar con lo divino y encontrar consuelo en momentos difíciles.
La protección divina, invocada a través de plegarias sinceras, se convirtió en una fuente de esperanza y fortaleza para millones de personas en el mundo, que cuando se encuentran ante situaciones complicadas recurren a la oración para pedir salud y protección a Dios.
La fe es un poder superior que brinda la certeza de que no están solos y de que existe una fuerza protectora que vela por su bienestar. La oración, además de ser un acto de devoción, es una forma de sanación emocional.
Al expresar sus sentimientos y confiar en un poder superior, las personas experimentan un alivio de la angustia y una sensación de paz interior. La conexión con lo divino les permite trascender sus problemas y encontrar un nuevo sentido a su vida.
La oración es una práctica tan antigua como la humanidad misma, y a lo largo de los siglos surgieron distintas maneras de conectar con lo divino. Algunas de ellas son:
"Señor, te pido que agarres mi mano en la tuya, y camines conmigo hacia la curación a través de estas puertas. Pon calma en mi corazón y mantenme sin miedo".
"Oh glorioso San Rafael, arcángel de la salud, guía y protector de los enfermos, te invoco con fe y humildad en este momento de necesidad".
"Yo (tu nombre) pido tu auxilio y socorro, cúbreme con tus brazos altísimos y poderosos, purifica mi mente, corazón, cuerpo, alma y espíritu".
"El Señor te protegerá de todo mal; él cuidará tu vida. El Señor cuidará tu salida y tu entrada, desde ahora y para siempre".