No tiene absolutamente nada que envidiarle a la catedral, a la basílica de San Juan de Dios , al monasterio de Cartuja o al de San Jerónimo. Lo que pasa es que es menos conocida y frecuentada, y eso es algo que los vecinos del barrio granadino del Realejo, lejos de lamentar, celebran. Prefieren que su joya permanezca oculta, al menos en la medida de lo posible. Es la iglesia de Santo Domingo , que preside la plaza del mismo nombre. Comenzó a construirse en el siglo XVI, en concreto en el año 1512, cuando el estilo arquitectónico en boga era el gótico, de ahí las pérfidas gárgolas que hay en el exterior, pero la obra se paralizó durante bastante tiempo y no acabó hasta que el XVIII estaba a punto de expirar, en 1796, de manera que allí también conviven elementos renacentistas y barrocos. De ahí que el contraste sea una característica fundamental de este templo. La impresionante fachada, con un pórtico de piedra con tres arcos de punto sobre columas dóricas donde no falta la referencia al lema de los Reyes Católicos : «Tanto monta», es elegante nada recargada. Conforme se va entrando, la primera sensación es también de sobriedad, pero poco a poco empiezan a encontrarse elementos barrocos y es como si el visitante hubiera cambiado de lugar de repente. A la izquierda del altar, conforme se llega, hay un elemento que deja con la boca abierta: un retablo decorado con centenares de angelitos , cada cual distinto al anterior. No se sabe a ciencia cierta cuántos hay, pero algunos estudiosos estiman que más de 500. Es una obra de arte absoluta que sirve además de aperitivo para la verdadera joya de esa corona. Porque, unido a la iglesia por un cobertizo, está el Camarín de la Virgen del Rosario , una verdadera maravilla a la que algunos no han dudado en llamar 'La capilla sixtina del barroco español'. Exageren o no, desde luego no cabe duda de que es un lugar majestuoso donde conviven en armonía la arquitectura, la escultura y la pintura. El camarín empezó a construirse en 1725 como edificio anexo a la iglesia y estuvo listo en 1733 . Para describir su interior, mejor ceder la palabra a los expertos. En la web Identidad e imagen de Andalucía en la Edad Moderna se detalla que el conjunto del camarín «consta de cuatro salas principales, aunque se complementan con otras accesorias como panteón, patio y escalera. Su organización queda centrada por un núcleo principal que es la sala que donde se deposita la imagen sagrada, su alcoba real, conectada con el templo por un transparente y, a su alrededor, tres salas oblongas que la circundan, a modo de estancias de aparato». «Este espacio arquitectónico verdaderamente independiente del templo –prosigue- surgió como sustituto del pequeño camarín en que estaba colocada la imagen en el retablo anterior, es decir, una hornacina más o menos amplia que causaba gran incomodidad a la hora de subir y bajar la escultura. Los mármoles de sus pavimentos forman complicados mosaicos con motivos simbólicos que casi anulan su carácter utilitario mientras que los cristales que tapizan sus cúpulas confieren una magia especial al ambiente. Las pinturas murales están realizadas al óleo y al temple, siendo de distintos momentos y autores como Chavarito, Tomás Ferrer o el poco conocido Tomás de Medialdea ». «Los temas representados son alegóricos: lucha entre la Gracia y el Pecado, la victoria de la Gracia y la Maternidad divina, aunque lo que subyace de fondo en todo el conjunto del Camarín es un canto de la Batalla de Lepanto . Completan la decoración un conjunto de relieves en los que se advierten varias manos, constando sólo la participación cierta de Luis Narváez . Estas esculturas son escenas bíblicas contenidas en óvalos y ángeles, que se reparten por los zócalos del recinto». Un conjunto que merece la pena verse, algo que puede hacerse contactando con la Archicofradía de la Virgen del Rosario, que organiza visitas guiadas , aunque también puede verse a título individual. El camarín está abierto de lunes a viernes (no festivos) a las doce del mediodía y los domingos a las 17.00, 18.00 y 19.00 horas. No cabe demasiada gente allí, así que conviene reservar con antelación y sobre todo estar allí a la hora fijada. El recorrido cuesta cuatro euros, pero pocas veces se tiene tanta seguridad de que es un dinero bien gastado.