En un contexto donde la tecnología es un elemento indispensable de numerosos negocios, Microsoft ha puesto sobre la mesa un cambio que impactará directamente a los autónomos y pequeñas empresas. A medida que se acerca el fin del soporte oficial para Windows 10, la compañía introduce un programa de soporte extendido que obligará a los usuarios a pagar para mantener la seguridad de sus sistemas.
Esta decisión no solo pone en jaque la continuidad operativa de los autónomos, sino que también plantea una difícil disyuntiva entre actualizar equipos, cambiar sistemas operativos o asumir riesgos cibernéticos. Microsoft ha anunciado que, a partir de 2025, quienes deseen seguir utilizando Windows 10 deberán pagar por el programa Extended Security Updates (ESU). Este servicio permitirá a los usuarios recibir actualizaciones críticas de seguridad frente a amenazas como el ransomware y el malware avanzado.
El coste inicial para usuarios individuales será de 28 euros anuales, un precio que podría parecer accesible, pero que no incluye soporte técnico ni mejoras funcionales. Esto significa que los dispositivos seguirán funcionando como hasta ahora, pero sin protección adicional, dejando en manos de los usuarios la responsabilidad de mantener la seguridad del sistema.
Para las empresas que usan licencias corporativas, el panorama es aún más complejo. El coste del soporte será de 57 euros durante el primer año, con incrementos significativos de 105 euros en el segundo año y hasta 210 euros en el tercero. Este esquema pone presión adicional sobre negocios que ya enfrentan desafíos económicos y tecnológicos.
El soporte oficial de Windows 10 finalizará en octubre de 2025, dejando a Windows 11 como la única versión activa del sistema operativo. Aunque actualizar al nuevo sistema parece la opción más lógica, no todos los usuarios podrán hacerlo fácilmente.
Windows 11 tiene requisitos de hardware más estrictos que dejan fuera a numerosos dispositivos adquiridos hace más de seis o siete años. Entre las especificaciones se incluyen:
Estas exigencias dejan a millones de usuarios en un limbo tecnológico. Según la consultora Gartner, más de 400 millones de dispositivos en el mundo no cumplen con los requisitos necesarios para ejecutar Windows 11. Esto representa un desafío global, especialmente para autónomos y pequeñas empresas que dependen de equipos más antiguos y enfrentan restricciones presupuestarias para renovar su tecnología.