SAN ANTONIO DEL SUR, Guantánamo.— Cuando se llega a Macambo, en este municipio, todavía se ven en las viviendas y campos secuelas del panorama de destrucción que dejó la inundación provocada por el paso del huracán Oscar en la noche-madrugada del 20 y 21 de octubre pasado. En medio de todo aquello que el agua y el lodo manchó resalta, por los nuevos colores azul y rojo vino que estrena, la escuela primaria Julio Delgado Reyes.
Verla ahora y compararla con el panorama de hace poco más de un mes, cuando sus pisos y paredes estaban llenos de fango y el mobiliario escolar colocado en un rincón de la carretera, para que la lluvia limpiara y el sol secara antes de ver lo que podía servir, es un ejemplo del ritmo recuperativo que se impone ante lo dañado por Oscar.
Antes del reinicio del curso escolar, el lunes 11 de noviembre, el accionar para devolverle «la vida» a la escuela se encontraba en pleno apogeo: encuentros de los factores del barrio para dejar bien organizado el acto provincial del regreso a las clases; los docentes y demás trabajadores limpiaban con esmero los pisos y muebles ya salvados.
La Empresa de Materias Primas colocaba cercas y un parque infantil; Comunales «sembrando» jardines; tropas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias tirando material sobre lo que volvió a ser la plaza de la escuela, justo frente a un busto del Héroe Nacional que no fue dañado milagrosamente por las inundaciones.
Hoy las aulas tienen pulso nuevamente. Ver a los niños con sus uniformes coloridos preparándose para el futuro, bebiendo del saber de sus maestros y riendo ante cualquier complicidad, es simplemente un complemento especial a tanto sacrificio, un incentivo para todo un pueblo que ha ido saliendo del letargo provocado por las afectaciones del huracán con nombre del premio cinematográfico hollywoodense.
José del Pino Dalet, director de la escuela, recibe a cada visitante con cordialidad; en su rostro se nota el agotamiento de días tan intensos, pero se mueve con agilidad, apoyando para mantener el habitual esplendor que caracteriza al principal centro educativo y cultural de ese barrio.
La escuela Julio Delgado Reyes tiene un colectivo de 20 docentes y cinco trabajadores de apoyo, quienes a su vez atienden a 97 estudiantes (ocho de prescolar, 15 de primer grado, 26 de segundo, 12 de tercero, 12 de cuarto, 14 de quinto y diez de sexto).
José del Pino Dalet, director de la escuela. Foto: Tomada de Venceremos digital
«Agua por todas partes, esa madrugada del paso del huracán fue tremenda. Casi todos salimos de las casas con el agua en el pecho, porque el río se metió donde nunca; hasta la carretera no daba paso y hubo que sacar gente con sogas. Ni cuando el Flora pasó algo así, no quedó un animal en los corrales.
«La inundación del río llegó hasta el nivel del techo de la escuela. Habíamos evacuado los medios a un lugar supuestamente seguro, por la experiencia de situaciones anteriores, pero ahora el agua llegó a donde nunca, y todos fueron dañados.
«Siempre las inundaciones nos afectan, porque nos encontramos muy cerca del cauce del río. Aunque no cayó una gota de agua aquí, solo con la lluvia de las montañas que bajó, el río creció y llegó a nosotros, nunca había sido de esta forma. Es un viejo planteamiento el mover la escuela de lugar, para una zona más alta, donde hasta para evacuación podría servir.
«Cuando el agua bajó y pude llegar hasta acá, descubrí que los locales estaban llenos de fango, afectados todos los medios audiovisuales, el mobiliario escolar, parte de las luminarias, los medios didácticos, los libros de la biblioteca…, fue duro ver aquello.
«Lo más triste es que una de mis maestras sigue desaparecida. Tengo, además, a 13 trabajadores con afectaciones parciales en la vivienda y pérdidas de colchones, equipos electrodomésticos y pertenencias. De los niños, nueve perdieron completamente sus casas, pero la solidaridad fue la mejor respuesta desde la propia comunidad, y se encuentran evacuados en viviendas de la misma zona».
«Apenas tuvimos la oportunidad, iniciamos la recuperación de la escuela. Gracias a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en especial a las Tropas Especiales, a los factores de la comunidad, las direcciones municipal y provincial de Educación y contingentes que llegaron a Macambo desde otras provincias cargados de solidaridad, logramos avanzar.
«Se eliminó la gran capa de fango y se limpiaron los alrededores, se arreglaron las 73 mesas del centro, a todas se les pusieron nuevos tablones arriba y a algunas también se les repararon las patas; las luminarias se colocaron, al igual que las pizarras; se pintó por dentro y en los exteriores… La biblioteca se pintó, y amigos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba del territorio y otras organizaciones nos trajeron algunos medios didácticos y libros».
El centro tiene un colectivo de 20 docentes y cinco trabajadores de apoyo, quienes a su vez atienden a 97 estudiantes. Foto: Tomada de Venceremos digital
En realidad, la escuela, cuando se mira desde la carretera, se ve mejor que antes del paso del huracán Oscar. Sus maestros, trabajadores y estudiantes la cuidan como joya. Un poco más allá de la sede de la Julio Delgado Reyes, como extensión de su patio, el río baja como un pequeño hilo, camuflaje que esconde la furia de un caudal que se desata con cada lluvia intensa en las montañas.
Hacer duradera la recuperación de ese plantel educativo implicará en el futuro ubicarla en un punto más alto, fuera del peligro de la avenida de las aguas o los deslaves montañosos. En lo que alguna iniciativa en ese sentido llega, por ahora la institución luce sus mejores galas.
(Tomado del periódico Venceremos)