«Cuando no sabes hacia dónde navegas, ningún viento es favorable» (Seneca) La Armada actual cuenta con un diseño que se planeó entre los años 80 y 90. Era un programa equilibrado, coherente y acorde a aquellos tiempos, pero un déficit estructural de recursos a partir de 2007 desdibujó el proyecto. La consecuencia es una Armada que, aun manteniendo sus principales capacidades, no ha podido renovar o modernizar sus unidades al ritmo previsto y, por lo tanto, es un poco más mayor de lo esperado, con una edad media en sus barcos y unidades de 27 años. La cara favorable en la actualidad es el incremento y previsible estabilización del presupuesto financiero que permitirá planear una Armada adaptada a los tiempos venideros. En el marco actual de una creciente inestabilidad internacional y conflictividad regional no deberíamos perder de vista la importancia que la mar tiene para España, nación marítima por excelencia que, sin embargo, en ciertos aspectos vive de espaldas al mar. Expongo a continuación algunos datos: el 99 por ciento de los datos e información que manejamos por internet viaja por cables submarinos, el 80 por ciento del comercio español es por vía marítima, por los puertos españoles entra el 90 por ciento de los productos energéticos que España consume, la flota pesquera española es la más importante de la Unión Europea, con más de 8.000 buques y genera más de 180.000 puestos de trabajo directos o indirectos. Y hay muchos más ejemplos. En definitiva, que en un escenario geopolítico tan inestable la posición de partida no es la mejor y requiere un esfuerzo por nuestra parte. Y es en la mar donde esa inestabilidad puede tener un impacto directo en nuestro bienestar. El ejemplo más reciente es cómo la crisis en Oriente Próximo afecta directamente a las líneas de comunicación marítima más críticas, y por ende a la propia cadena de suministros y en definitiva a los precios. En este entorno, el documento 'Armada 2050' tiene como aspiración convertirse en una visión a largo plazo, una alineación estratégica clara para enfrentarse a los desafíos del futuro, que sirva como referencia para orientar nuestro esfuerzo en el corto y medio plazo, y a su vez, sea el punto de anclaje donde incardinar la actividad de la organización. En esta visión a largo plazo, la razón de ser de la Armada es y seguirá siendo la de garantizar la defensa de España y su integridad territorial, la seguridad y bienestar de los españoles y la protección de sus legítimos intereses, en y desde la mar. Para cumplir estos cometidos hemos identificado tres áreas fundamentales de actuación. Debemos disponer de una relevante capacidad de proyección del poder naval sobre tierra, ya que poder influir en tierra es uno de los elementos centrales de la disuasión, por lo que debe ser el núcleo sobre el que componer la Armada con el horizonte puesto en el 2050. El control del mar será otro gran objetivo, ya que permitirá la libertad de acción de nuestras unidades. Y, por último, la acción marítima, que nos permitirá proteger los intereses en los espacios marítimos de soberanía. Para ello, definiremos una Armada equilibrada en su número de unidades, que sea decisiva en el combate, capaz de anticiparse a los acontecimientos, que tenga las capacidades necesarias para defender los intereses de España en los escenarios más demandantes, vanguardista tecnológicamente y que disponga de la suficiente autonomía estratégica. Además, debe ser relevante en el marco internacional y estar preparada para colaborar y operar eficazmente con sus aliados de la OTAN y de la Unión Europea. Un segundo eje estratégico es el personal. En un entorno de imparable avance tecnológico y creciente competitividad, debemos ser ejemplares en el compromiso con nuestro personal. Formarle, capacitarle, enseñarle y cuidarle. A él y a sus familias. El liderazgo y el fortalecimiento de los valores de una Armada centenaria serán los pilares que deben mantener la unión de nuestro Personal, como un gran equipo inmerso en un apasionante reto. Un proyecto así requiere responsabilidad, mucha responsabilidad. Por lo tanto, un tercer pilar de nuestra Armada será la calidad en la gestión del recurso. Debemos ser muy eficientes en la gestión del recurso que dispongamos, ser flexibles y estar preparados ante los cambios generados por tanta inestabilidad. Y para ello, dispondremos de unas infraestructuras adecuadas, de una logística innovadora y moderna, que fomente la sostenibilidad, con una organización ágil y resiliente. En este camino, lleno de riesgos e incertidumbres, no podemos ir solos. Contaremos con tres insustituibles y absolutamente necesarios compañeros de viaje. Por un lado, nuestra industria de defensa , de la cual necesitamos su solidez y compromiso para proporcionar a la Armada las capacidades militares adecuadas, esperando de ella un nivel de tecnología suficientemente avanzado que nos permita seguir siendo decisivos en el combate. A su vez, la colaboración estrecha con la universidad española favorecerá la investigación, desarrollo e innovación de tecnologías y proyectos a través de los cuales la Armada podrá mejorar su competitividad tecnológica en los escenarios en los que opere. Y, por último, y lo que es más importante, nuestros ciudadanos e instituciones, cuyo apoyo es un requisito imprescindible para la consecución de nuestros objetivos. Necesitamos el respaldo social e institucional, que avale y apoye nuestras actuaciones, con una labor de concienciación en la sociedad a través de una buena comunicación y un plan de cultura de defensa, naval y marítima que llegue y convenza a los ciudadanos. Además, para que finalice bien su periplo, allá por el 2050, esta visión debe disponer de unos recursos suficientes y estables a largo plazo, en términos económicos, humanos, materiales y tecnológicos. Estas consideraciones expuestas son las luces largas, la referencia que debe impulsar el alineamiento estratégico de la Armada y orientar su actividad desde el corto plazo. A partir de aquí, se irán desarrollando sucesivos planes e instrucciones, ya más concretos, pero alineadas con la visión, para seguir el camino marcado. De esta manera, la Visión 2050 se constituye como un hilo conductor que permite evitar visiones cortoplacistas desalineadas estratégicamente. Y este es el plan, sencillo, coherente, estudiado y meditado, optimista, flexible y a su vez ambicioso y que cuenta con el apoyo de toda la organización, 21.000 hombres y mujeres que navegarán juntos hacia ese futuro y que, como siempre, darán lo mejor de sí mismos a su sociedad, a España, en y desde la mar.