«Es la pena de banquillo», afirmó el abogado de Juan, un médico en el pueblo toledano de Corral de Almaguer a quien Montserrat, una compañera de trabajo, lo acusa de ir contando su historia clínica y de cometer un delito de revelación de secretos. El juicio quedó visto para sentencia este martes en la Audiencia de Toledo, donde el fiscal José Luis Gómez-Rivera no inculpó al facultativo, quien sólo respondió a preguntas de su letrado. En tanto, la abogada de la denunciante pide cinco años de prisión y doce de inhabilitación para el ejercicio de la profesión , además de una indemnización de 10.000 euros. «Ha quedado acreditado que accedió a datos personales e íntimos, ayudándose de su condición de médico», dijo la letrada en su informe final, con lo que causó «daños psicológicos y morales» a su representada. Sin embargo, el abogado del facultativo respondió que «nadie ha traído a un solo testigo que haya dicho que Juan me ha dicho...». «No ha habido ninguna revelación de secretos» , sentenció sobre un caso en el que hubo hasta un acto de conciliación, contó ella. «Le pedí que no volviera a entrar en mi historial y que se fuera a otro centro, porque tengo mi plaza fija en Corral de Almaguer», relató ante el tribunal, compuesto por tres mujeres. Montserrat es auxiliar administrativo desde hace casi 32 años en el centro de salud de un municipio con unos 5.800 habitantes. Por petición propia, declaró tras un biombo blanco para no ver la cara del médico , a quien conoce desde hace unos 25 años y de quien había sido amiga, así como de su pareja. «La amistad se fue deteriorando y desapareció», aseguró la mujer, a raíz de que en 2015 ella y su familia decidieron montar un negocio: un bar donde también se hacen tatuajes. Cuatro años después, el 12 de febrero de 2019, Montserrat denunció que Juan había accedido al programa informático donde quedaban registrados los datos médicos de los pacientes, y que consultó el historial médico de ella. «Fue contando mi historia clínica» , aseveró en el juicio, por lo que varias personas del pueblo se interesaron por su estado de salud, sobre todo en una época en la que atravesaba una depresión y tenía posiblemente problemas de corazón. Mientras declaraba Montserrat, Juan negaba con ligeros movimientos de cabeza. «¿A qué achaca esta persecución?» , preguntó el fiscal. «Al proyecto de un bar, por lo que no pude dedicarme a él y a su marido. No tenía tiempo para quedar con ellos, y de ahí a una relación más fría», respondió la mujer. «Estamos en un pueblo y me está destruyendo», añadió en otro momento en la sala, por donde pasaron tres compañeros de trabajo y el director médico del área de salud por entonces. A uno, la defensa inquirió sobre la denunciante, «¿tenía una depresión?», y el testigo no contestó sí o no. «Estaría revelando un secreto profesional», dijo mirando a las magistradas como buscando su amparo. El letrado de Juan intentó echar por tierra la acusación de Montserrat, detallando los 19 médicos y enfermeros habían entrado en el historial de Montserrat durante los tres años polémicos . Entre ellos estaba Juan, quien había sido su médico de cabecera sustituto y médico de urgencias. Pero lo hizo de forma irregular, según la acusación particular. «El mero acceso no justificado ya es una conducta delictiva» , remarcó la abogada. El fiscal, en cambio, no lo ve tan claro. Para él, no ha quedado suficientemente acreditado el delito de revelación de secretos.