La proclamación del Estado Independiente del Haití Español, que lideró José Núñez de Cáceres y Albor el primero de diciembre de 1821, fue la declaración política que faltó en 1808 cuando Juan Sánchez Ramírez encabezó la batalla de Palo Hincado en que fue derrotado el ejército colonial francés.
En ambos acontecimientos estuvo el capitán Manuel Carvajal, en el primero como subalterno, aceptando la decisión de Sánchez Ramírez. En el segundo como primer jefe militar, apoyando a Núñez de Cáceres; también respaldado por Pablo Alí, comandante del batallón de los pardos libres, quien en 1844 estuvo del lado de los boyeristas.
Ambos acontecimientos son las raíces de la Independencia Nacional. Así de compleja ha sido la conformación del Estado dominicano. En el primero caso hubo una victoria militar sin la imprescindible proclama política para acceder a la condición de República y en el segundo, se hizo la declaración política, pero no se tenía la capacidad militar para enfrentar el ejército de Boyer; sí tuvo Núñez de Cáceres el valor para decir al jefe haitiano que no era posible una fusión por el obstáculo que significaba la diferencia lingüística.
Esas experiencias, aunadas al trabajo consciente de las y los trinitarios, liderados por Juan Pablo Duarte; el crecimiento de la población y la economía en los 22 años de la dominación haitiana, hicieron posible que en el 1844 se conjugaran los tres elementos imprescindibles para conformar un Estado sostenible.
Ellos fueron: 1) la proclama política del 27 de Febrero, 2) demostración de capacidad militar para defender el territorio que se proclamaba propiedad de los dominicanos (19 y 30 de Marzo) en Azua y Santiago y 3) la aprobación de la Constitución el 6 de noviembre de ese año 1844.
La aceptación internacional llegó más tarde con un tratado comercial con Francia en 1844 y el primer reconocimiento diplomático pleno hecho en 1850 por el Reino Unido de Gran Bretaña, que era entonces la primera potencia económica y militar del mundo. Después vinieron otros…
Por encima de diversas interpretaciones, Núñez de Cáceres merece recordarse como un auténtico dominicano: precursor de la Independencia Nacional, literato notable con sus libros de fábulas, creador del primer periódico criollo El Telégrafo Constitucional y un hombre coherente con sus ideas anticolonialistas que siguió defendiendo en México, donde tuvo una notable vida pública.
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