Yamandú Orsi, un académico de Historia y discípulo del exmandatario José “Pepe” Mujica, se consagró como el nuevo presidente de Uruguay, cristalizando el anhelo de la izquierda uruguaya de retomar el poder en las recientes elecciones.
Con su victoria sobre el candidato oficialista de centroderecha Álvaro Delgado, Orsi, representante del partido Frente Amplio, ha tenido un impacto positivo en la estabilidad de los mercados, contrariamente a lo que podría preverse tras un cambio político significativo.
Considerado un candidato moderado de izquierda, Orsi se enfrentó en una segunda vuelta electoral bastante menos reñida de lo que las encuestas vaticinaban, pero apretada al fin: 90.000 votos le separaron de Delgado (tres veces más que el número que le dio la victoria a Luis Lacalle Pou por encima de Daniel Martínez).
Ambos candidatos, a pesar de sus diferentes antecedentes políticos, coincidieron en un diagnóstico común sobre los retos que enfrenta el país, tales como una economía que apenas ha crecido un 1% en la última década y una creciente crisis de seguridad en las ciudades. Los temas centrales de sus campañas giraron en torno a cómo revitalizar el crecimiento económico, combatir la pobreza infantil y erradicar el crimen organizado.
El medio chileno La Tercera, un diario de circulación nacional en el país transandino, publicó un extenso artículo en el cual augura para Uruguay “más crecimiento” y tranquilidad para los mercados locales y regionales. Este rotativo, de corte derechista, liberal y conservador, escribió que Orsi llegó al poder “Impulsado por una campaña por atraer inversión extranjera al país” a un Uruguay que ya de por sí se ha transformado en un destino predilecto de muchas empresas de la región durante los últimos años
Y es que los consorcios chilenos no son ajenos al mercado uruguayo, país con una población de 3.5 millones de personas. Sin duda alguna se sienten atraídas por la seguridad jurídica y la estabilidad política. “En el caso chileno, al interés creciente por el sector inmobiliario y la compra de tierras en el campo uruguayo de muchos privados, se suman las inversiones de empresas como Arauco (planta de celulosa), Enjoy (casino en Punta del Este), el grupo Schiess (hoteles) y CCU (negocio de bebidas y aguas minerales) desde hace más de una década, entre otras”, dice La tercera en su artículo firmado por el periodista Julio Nahuelhual y circulado este 1° de diciembre.
Uruguay: El retorno de la izquierda moderada al poder que tranquiliza al mercado y promete más crecimiento //t.co/APidKhFEE7
— Julio Nahuelhual (@julioNahuelhual) December 1, 2024
El impacto de este nuevo liderazgo ya se puede percibir en la comunidad de inversionistas. Fernando Tisné, reconocido gestor y socio de Moneda Asset Management, se ha trasladado a Uruguay tras la fusión de su empresa con el fondo brasileño Patria Investments. Su decisión de establecerse en la capital uruguaya refleja la atracción que el país ejerce sobre empresarios chilenos y extranjeros.
Desde la perspectiva del economista Aldo Lema, asociado al Grupo Security, la reciente elección ha sido un reflejo de la saludable “calidad de la política” en Uruguay. Lema señala que la campaña electoral se libró en un “centro moderado”, donde ambos contendores compartieron ideologías similares y coincidencias en torno a los principales retos del país.
“El Frente Amplio de los años 90 en Uruguay estaba a la izquierda, por ejemplo, de lo que fue la Concertación en Chile. Sin embargo, cuando llegó al gobierno, en 2005, se empezó a parecer mucho a la Concertación chilena. Ser gobierno los volvió más pragmáticos. Se movieron hacia el centro desde el punto de vista de las políticas públicas y de ahí se quedó en esa posición y no se izquierdizó”, describe Lema.
A pesar de que el nuevo gobierno enfrenta el desafío de formar una coalición en un Congreso donde no posee mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, se espera que pueda colaborar con la oposición para implementar políticas efectivas por su mayoría en la Cámara de Senadores.
