Allá donde miremos hay una historia curiosa, especialmente en los objetos cotidianos: siempre esconden algún tipo de ciencia en su creación, como asegura América Valenzuela, científica, periodista y conferencista en la FIL Guadalajara 2024. Ese es el caso de la silla de escritorio. Este artefacto con pequeñas ruedas y común en las oficinas y los estudios es producto de una mente inquieta y curiosa conocida por cimentar parte de la teoría de la evolución. Así, sin proponérselo, en la década de 1840, el naturalista Charles Darwin decidió cambiar las patas de su silla por las de una cama con el único objetivo de facilitar su trabajo en el laboratorio.“Él no lo pretendía. Tenía un butacón antiguo, bien pesado, de piel de caballo (muy típico de la época) en su despacho-laboratorio y estaba harto de no poder moverlo, de no poder moverse libremente con ese butacón hacia el microscopio que tenía situado al lado de la ventana para tener buena luz. Entonces decidió quitar esas patas de caoba y ponerle unas de una cama que tenía unas rueditas”, cuenta Valenzuela.Así surgió la silla que actualmente conocemos. Clips y guerraLos objetos pueden tener historias con usos poco convencionales e, incluso, rebeldes. Por ejemplo, los clips, cuyo surgimiento se remonta a la Revolución Industrial, cuando las primeras oficinas comenzaban a buscar una forma de mantener junto el papeleo, tras desarrollar las máquinas para doblar el alambre.Sin embargo, lo que una vez fue un objeto de oficina pasó a transformarse en un símbolo de resistencia contra el nazismo.“El clip fue un símbolo de la resistencia. Como es muy pequeño, muy discreto, en la Universidad de Oslo los estudiantes se lo ponían en la solapa y así dejaban en claro que sus compañeros estaban en contra de la ocupación nazi”, agregó. Puede que no muchos sepan que el vidrio que se utiliza en las estufas eléctricas y hornos una vez estuvo en la cabeza de un misil; se trata de un material vitrocerámico que surgió por un accidente.“Un día rutinario de un científico que se convierte en un día histórico. Estaba estudiando vidrios fotosensibles, metió uno en el horno, el mando del horno, o se equivocó, no lo sabemos muy bien. El caso es que puso una temperatura que no era y de ahí salió un material muy raro: un vidrio que no había visto en su vida, con unas características muy diferentes a lo que conocía”, narró.Este material aguantaba muy bien el calor y el frío, no se expandía con los cambios de temperatura y era muy resistente a los golpes. Fue así como nació una nueva familia de materiales que terminó siendo utilizada en la industria armamentística. Estas y otras historias como, por ejemplo, aquella que explica por qué los perros salchicha tienen las patitas tan cortas, o si los plátanos son radiactivos, son parte del libro La vida secreta de tu casa, una publicación en la que Valenzuela muestra cómo la ciencia no es exclusiva de los laboratorios y está presente incluso en el hogar.“En el libro no siempre cuento el origen del objeto que vemos, sino que a veces me sirve de punto de partida para contar una historia, no una historia siempre vinculada a la ciencia”, aseguró.LHM