El Centro Nacional de Inteligencia protege con especial cuidado la identidad de sus miembros, que según la ley es información clasificada con el nivel más alto, ‘Secreto’, por razones de seguridad. Sin embargo, el Centro Universitario de la Guardia Civil ha desvelado en una web pública el nombre y apellidos de un alto cargo del CNI.
Así lo ha podido confirmar Confidencial Digital, que también advirtió de esta brecha de seguridad. ECD ha esperado a que se retirara el documento con la identidad de esa persona, antes de publicar esta noticia.
El Centro Universitario de la Guardia Civil tiene como misión “impartir las enseñanzas conducentes a la obtención de los títulos oficiales de grado universitario como parte integrante de la enseñanza de formación de los oficiales de la Guardia Civil, así como otros de postgrado, y las líneas de investigación en materias de seguridad de interés para la Guardia Civil”.
Los alumnos de la Academia de Oficiales de la Guardia Civil, en Aranjuez (Madrid), estudian en ese centro el Grado en Ciencias de la Seguridad Pública, que es el título universitario que acompaña a su formación propia como guardias civiles. Se trata de un modelo similar al de las academias de oficiales del Ejército de Tierra, Armada, Ejército del Aire y Cuerpo Militar de Sanidad, que cuentan con un Centro Universitario de la Defensa, por acuerdo con universidades “civiles”, para obtener el título de grado.
Junto a la misión principal de impartir enseñanza, el Centro Universitario de la Guardia Civil cumple también ciertas funciones de centro de pensamiento y promotor de la “Cultura de Seguridad”. Edita una publicación, ‘Cuadernos de la Guardia Civil. Revista de Seguridad Pública’.
Entre otras actividades, organiza una serie de conferencias mensuales “enfocadas, principalmente, a enriquecer y complementar la formación de nuestros alumnos en las asignaturas de los grados universitarios”.
ECD consultó el pasado 27 de noviembre la lista de conferencias de “Cultura de Seguridad” que el Centro Universitario de la Guardia Civil había programado para este mes de diciembre.
Para los alumnos de Cuarto Curso hay programada una charla con un ponente de la Universidad Carlos III de Madrid, que hablará sobre una herramienta enfocada a la bibliografía de su trabajo de fin de grado.
A los de Tercero van dirigidas cuatro charlas, repartidas en distintos días de diciembre.
Los invitados son miembros de distintos órganos de las Fuerzas Armadas, las Fuerzas de Seguridad y la comunidad de inteligencia.
Un comandante de la Jefatura Fiscal y de Fronteras de la Guardia Civil les hará una presentación sobre el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), que es la red de radares que desde las costas vigila la llegada de pateras y narcolanchas a España. Esta charla se enmarca en la asignatura de Fundamentos de Ingeniería Electrónica.
Para la materia Dinámica de Explosiones, asistirán a una conferencia sobre el Servicio de Desactivación de Explosivos (SEDEX-NRBQ) de la Guardia Civil, impartida por un comandante de la Jefatura de Unidades Especiales y de Reserva.
Otra asignatura de Tercer Curso es Riesgos y amenazas globales a la Seguridad Nacional e Internacional. Se han programado dos conferencias.
Un capitán de corbeta de la Armada, destinado en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN), hablará sobre “Vulnerabilidad del espacio marítimo”.
El calendario de conferencias se cierra con una sesión, para la última asignatura citada, en la que los futuros oficiales de la Guardia Civil aprenderán sobre “El CNI ante los riesgos y amenazas a la Seguridad Nacional”.
Mientras que en las otras conferencias sí se adelantaba el nombre del ponente, en esta charla sobre el CNI estaba “pendiente de designar”.
Sin embargo, en el programa se revelaba el nombre y los dos apellidos del “subdirector general de Personal del Centro Nacional de Inteligencia (CNI)”, según se le presentaba.
No se trata del ponente, sino que se entiende que es la persona responsable o superior del ponente.
Por ejemplo, en la sesión sobre “Vulnerabilidad del espacio marítimo”, el ponente designado es un capitán de corbeta, y en la casilla de “Centro/organismo – Destinatario” se indicaba: “Miguel Ballenilla y García de Gamarra. Director del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN)”.
En la charla sobre el CNI se desvelaba el nombre del subdirector general de Personal del centro.
Hay que señalar que eso es algo totalmente inusual, ya que el servicio de inteligencia protege en la medida de lo posible la identidad de todos sus miembros, con sólo algunas excepciones.
La Ley 11/2002, de 6 de mayo, reguladora del Centro Nacional de Inteligencia establece en su artículo 5.1 que “las actividades del Centro Nacional de Inteligencia, así como su organización y estructura interna, medios y procedimientos, personal, instalaciones, bases y centros de datos, fuentes de información y las informaciones o datos que puedan conducir al conocimiento de las anteriores materias, constituyen información clasificada, con el grado de secreto, de acuerdo con lo dispuesto en la legislación reguladora de los secretos oficiales y en los Acuerdos internacionales o, en su caso, con el mayor nivel de clasificación que se contemple en dicha legislación y en los mencionados Acuerdos”.
La información clasificada en España tiene cuatro grados: de menor a mayor, Difusión Limitada, Confidencial, Reserva y Secreto.
Según la ley, el personal del CNI -lo que incluye las identidades, nombre y apellidos de sus miembros- es información secreta.
Como se ha indicado, se hacen dos excepciones. Son públicas las identidades del secretario de Estado director, y del secretario general, los dos principales responsables del CNI, actualmente Esperanza Casteleiro y Arturo Relanzón. Ambos nombramientos se aprueban por real decreto del Consejo de Ministros, a propuesta del ministro de Defensa. El currículum de cada uno de ellos se puede consultar en la web del servicio.
Tanto Casteleiro como Relanzón son personal interno del CNI. Tras una larga carrera en el Centro, con destinos en el extranjero como Cuba, Casteleiro fue elegida directora del gabinete de la ministra de Defensa, Margarita Robles, por lo que su nombre ya pasó a ser de dominio público. Más tarde fue secretaria de Estado de Defensa, y en 2022 fue nombrada directora del CNI para sustituir a Paz Esteban, cesada por el asunto del espionaje con Pegasus.
Relanzón, militar de carrera, también ingresó hace décadas en el entonces Centro Superior de Información la Defensa (CESID). En febrero de 2020, su identidad dejó de ser secreta, al ser nombrado secretario general del CNI.
Pero pasó un tiempo hasta que se publicaron fotos suyas. Había cierta prevención, después de décadas como oficial de inteligencia, en ocasiones como representante o enlace del CNI en países extranjeros.
También se conocen públicamente los nombres y apellidos de algunos miembros del Centro Criptológico Nacional, organismo del ámbito de la ciberseguridad, que depende de la directora del CNI y que se ubica físicamente en un edificio dentro de la sede central del CNI, a las afueras de Madrid.
Por debajo de la directora y del secretario general, es secreta la identidad de los agentes operativos y de los oficiales de inteligencia que trabajan en la sede central a las afueras de Madrid, en otras oficinas por España, o están desplegados en el extranjero.
Tampoco se revelan nombres de otros altos cargos del CNI, responsables de distintas divisiones internas. Antes, el centro reflejaba en su web un pequeño organigrama -sólo con la estructura interna, no con nombres de sus responsables-, pero ahora ni siquiera da pistas sobre cómo se organizan ámbitos como la inteligencia interior, la exterior, la contrainteligencia, el contraterrorismo, los apoyos técnicos...
De ahí lo sorprendente de que un documento accesible a cualquiera en una web oficial, la del Centro Universitario de la Guardia Civil, desvelara el nombre y los dos apellidos del subdirector general de Personal del CNI.
Confidencial Digital dio aviso de esta circunstancia el 28 de noviembre por la mañana, para que se pudieran tomar medidas para hacer desaparecer el nombre de ese alto cargo del servicio de inteligencia.
Horas después, el mismo jueves 28, ECD consultó en la web del Centro Universitario de la Guardia Civil la página que informa del ciclo de conferencias sobre Cultura de Seguridad.
El documento con el programa de las conferencias para diciembre había sido modificado. En la casilla donde antes se podía leer un nombre y dos apellidos, y el cargo de “Subdirector general de Personal del Centro Nacional de Inteligencia (CNI)”, ya sólo aparecía un escueto “CNI”.
El ponente de esa charla seguía estando “pendiente” de ser designado.
No es la primera vez que, probablemente por un error, se refleja en un documento colgado en Internet la identidad de un cargo del CNI.
El diario La Información.com desveló un caso similar a este en mayo de 2020. En esa ocasión, sucedió por una respuesta escrita que dio el Gobierno de Pedro Sánchez a la pregunta parlamentaria de tres diputados del Grupo Popular en el Congreso.
Los parlamentarios del PP preguntaron quiénes habían asistido a unas reuniones del Comité de Situación, un órgano de apoyo al Consejo de Seguridad Nacional, que por entonces se reunía para hacer seguimiento de la crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus. Aún estaba en vigor el estado de alarma, decretado por el Consejo de Ministros el 14 de marzo para confinar a la población y tomar medidas con las que intentar detener la avalancha de contagios.
El Gobierno respondió, por escrito, con un listado de 22 personas que habían asistido a la reunión del Comité de Seguimiento ese día clave del 14 de marzo: vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo; director del Gabinete de la Presidencia, Iván Redondo; director del Departamento de Seguridad Nacional, el general de brigada Miguel Ángel Ballesteros; director del gabinete de Pablo Iglesias como vicepresidente segundo, el ex JEMAD José Julio Rodríguez...
Junto a otros altos cargos de distintos ministerios, en la respuesta parlamentaria se citaba al director de Inteligencia, del Centro Nacional de Inteligencia: no sólo su cargo, sino su nombre y apellidos.
El documento estuvo disponible en la página web del Congreso, de nuevo hasta que se dio aviso. Entonces se retiró el documento, y se sustituyó por otro en el que ya no aparecía la identidad del director de Inteligencia del CNI, que viene a ser el número tres del Centro.
El empeño por proteger la identidad de los miembros del CNI es constante en el Centro, y se explica por distintas causas.
En primer lugar, se trata de evitar poner en peligro a esa persona. Si el nombre de un alto cargo, pero también de cualquier oficial de inteligencia, analista, agente operativo, experto informático, en plantilla del centro, se filtra y acaba publicado en internet, cualquier persona que se sienta agraviada por las actuaciones e investigaciones del servicio de inteligencia puede tratar de cometer algún acto contra la vida o la integridad de esa persona.
La segunda preocupación es que esa persona sea ‘marcada’ por un servicio de inteligencia extranjero: que, a partir de su nombre, puedan localizarle y montar una operación de seguimiento que desvele contactos del CNI, fuentes de información, procedimientos de actuación...
Ese miembro del CNI ya quedaría ‘quemado’, y si, por ejemplo, fuera enviado a otro país bajo una cobertura diplomática, o intentara infiltrarse en algún objetivo, ese servicio extranjero sabría su identidad real y la verdad de su misión.
También cabe entender la obsesión por blindar las identidades de los ‘espías’ por el miedo a que puedan ser captados por un servicio de inteligencia extranjero. De saber el nombre de alguno de ellos, la inteligencia de otro país podría intentar un acercamiento para ganárselo como fuente: a cambio de dinero, chantajeándole de alguna forma, o por otros métodos.
Todo ello explica el celo con el que el Centro protege la identidad de sus miembros. Lo hace incluso con aquellos que en un momento dado salen a la luz pública, al asumir puestos de responsabilidad en el CNI o en otros organismos de la administración, pero que después vuelven a integrarse en el servicio: también ahí trata de que sus identidades no se vinculen de nuevo con el Centro Nacional de Inteligencia.
Ni siquiera ha desvelado el nombre y los apellidos de los dos agentes que fueron detenidos y encarcelados en 2023 bajo la acusación de haber filtrado información clasificada a la CIA estadounidense. Actuó de forma distinta en 2007, cuando admitió el arresto de Roberto Flórez, en ese caso acusado de haber pasado información clasificada a la inteligencia rusa. Ahí sí que se deslizó la identidad del agente detenido.