En un mundo cada vez más digitalizado e hiperconectado, el borrado de la huella digital tras el fallecimiento de una persona es una tarea esencial para prevenir riesgos con la privacidad, la seguridad y el uso indebido de la información que dejamos a lo largo de nuestra vida en internet.
Sin embargo, muchas personas no son plenamente conscientes de las nefastas consecuencias de no abordar este asunto, que es mucho más amplio y complicado que la simple eliminación de las cuentas de las redes sociales.
Repasamos algunos de los riesgos más importantes que conlleva no gestionarlo con profesionalidad. En primer lugar, el fraude de identidad. Informes de seguridad cibernética, como los de la Interpol o empresas como Kaspersky y McAfee, han documentado cómo los datos de personas fallecidas son utilizados en suplantaciones de identidad para cometer fraudes financieros.
El segundo es la exposición de datos sensibles. Organismos como la Electronic Frontier Foundation (EFF) explican que las plataformas digitales almacenan datos privados de usuarios que pueden ser accesibles tras su muerte, exponiendo información sensible a posibles abusos.
Esto también está relacionado con los retos legales de la Ley General de Protección de Datos (GDPR) en la Unión Europea y las políticas de privacidad de grandes plataformas.
El tercero es el impacto emocional en los familiares. Estudios psicológicos sobre el duelo, como los publicados en revistas como Psychological Science o informes de entidades como la American Psychological Association (APA), señalan cómo los recordatorios digitales no deseados (como publicaciones o cumpleaños) pueden intensificar el dolor emocional.
Otra amenaza importante es la dificultad en la gestión del legado financiero. Informes legales y financieros de compañías como PwC o Deloitte han mostrado cómo la falta de instrucciones claras para gestionar cuentas digitales bancarias puede complicar la resolución del patrimonio. Además, documentos legales relacionados con herencias y gestión digital señalan que muchas plataformas no facilitan el acceso a los herederos debido a restricciones en sus políticas.
También es un riesgo la pérdida de control sobre el legado digital. Estudios de organizaciones como Access Now han destacado cómo las políticas de determinadas plataformas dificultan la eliminación total de cuentas o contenido, ya que priorizan la desindexación sobre el borrado completo.
Un estudio realizado por Sigma Dos para el Observatorio de los Servicios Funerarios concluye que el borrado de la huella digital de un fallecido es percibido como el servicio digital más importante, con un 70% de los encuestados considerándolo "muy" o "bastante interesante". Además, el trabajo señala que cada vez más personas se plantean planificar en vida la gestión de su legado digital, lo que refleja una creciente conciencia sobre los riesgos de no hacerlo.
Y es que la falta de una planificación proactiva en la gestión del legado digital no solo aumenta los riesgos de seguridad, sino que también deja una carga emocional y práctica innecesaria para los familiares que se puede evitar.
Es fundamental fomentar la inclusión de estas acciones en la planificación final de cada persona, permitiendo prevenir los peligros asociados y garantizar que la información personal se maneje de manera respetuosa y segura.
Aunque poco a poco se va tomando conciencia del valor de la gestión del legado digital, en los próximos años se va a convertir en una parte esencial de las estrategias de privacidad y seguridad. Proteger la memoria de los fallecidos no solo es un acto de respeto, sino también una necesidad en un mundo digital cada vez más complejo y global.