Podría escribir la crónica más larga del mundo esta noche. Escribir, por ejemplo, la FIL es una «pirámide construida con los poemas más bellos», una «catedral del pensamiento» , un «acto de amor», un «mar de sueños compartidos», una «fiesta de palabras», un «acto de amor». O enumerar los aplausos largos como ceremonias que rellenaban las pausas de la inauguración de la gran feria del libro en español, un acto entre lo institucional y lo ritual en el que el público (mucho, muchísimo: cientos y cientos de invitados en un salón como de cumbre económica, pero con el nombre de Juan Rulfo) jaleaba a cada uno de los dieciséis ponentes encargados de decir: hoy empieza todo, aquí, en Guadalajara. «Durante...
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