Nadie está preparado para perder a quien le trajo al mundo. Pero mi madre no solo me trajo sino que me llevó de su mano hasta el fin de sus días y por eso yo no quería soltarla aunque lo más generoso era hacerlo, porque es pedazo de mujer , que no temía a nada ni a nadie y que superó lo insuperable, no hubiera querido vivir sin vivir. Y así fue, cuando ya la vida le pesaba porque el cansancio extremo superaba su voluntad, empezó a irse, sin prisa pero sin pausa, derechita al reino de los cielos, donde su hijo Alberto llevaba años esperándola, desde esa trágica madrugada en la que los asesinos de ETA decidieron separarlo de...
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