Como si no hubiera pasado nada. Ni una palabra, en una intervención de más de tres cuartos de hora, sobre las sospechas de corrupción que pesan sobre el Partido Socialista y el Gobierno de España . Sólo las habituales menciones a los bulos, a la desinformación y a una persecución abstracta cuyo sentido no podría entender nadie que desconociese los avatares judiciales de las últimas semanas. Después de tres días de congreso sin otra agenda real que la de implicar a la militancia en una defensa del líder por la vía de la aclamación plebiscitaria, Sánchez compareció con un discurso en el que fingió ignorar al fantasma que se pasea por su propia casa. Habló de una organización perseguida y...
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