El Atlético cerró en Valladolid una semana impecable. Ganó todos sus partidos, recortó puntos al líder, hizo goles y, sí, jugó bien al fútbol. Repito: jugó bien al fútbol.
Las goleadas en Praga y Valladolid, unidas a los puntos que se ha dejado por el camino un Barcelona que hasta ayer parecía inalcanzable, han ilusionado a la parroquia rojiblanca. El hincha está empezando a ver atisbos del equipo que se imaginaba allá por el mes de agosto, cuando empezaba la temporada.
Es evidente que el Atlético ha tenido una evolución positiva en su juego, pero es que nada es fruto de la casualidad. Lo primero y más importante es el cambio de sistema. Simeone ha vuelto, por fin, a confiar en el 1-4-4-2 que se venía pidiendo a gritos por la gran capacidad ofensiva que tiene en la plantilla. Es una alegría para la vista ver a laterales pisar el área contraria, verles sorprender desde atrás e incluso, en ocasiones, crear superioridad en las bandas, algo que el sistema con carrileros no te permite.
Es una incógnita porque el entrenador no ha confiado antes en Javi Galán, pero salta a la vista que el chaval da otro aire al equipo en la banda izquierda. Llorente doblando sin descanso a Giuliano en la derecha convierte en delito que el Cholo no haya explotado antes esta posibilidad táctica.
Otro factor fundamental en el cambio ha sido la titularidad indiscutible de Julián Álvarez. El argentino es un jugador de primer nivel y eso se nota. Marca las diferencias, toma buenas decisiones, trabaja en defensa, es goleador y es imposible entender que tenga que pasar por ese sacrificio al que Simeone somete a los recién llegados. No hace falta ser un erudito en fútbol para saber que con Julián en el once, elequipo es más fuerte. Es verdad que tanto él como Griezmann se benefician de tener a su lado un 9 de referencia, pero habrá que conformarse con ver a Sorloth saliendo desde el banquillo, al menos de momento. Ahora falta confirmar esta intención de juego ante rivales de mayor entidad, pero lo que es seguro es que este es el camino.