Golpe de aire fresco. La victoria por 3-1 ante el Celta no solo supone un respiro para el equipo en su intento de eludir la zona de descenso sino sobre todo para
Manolo González. El entrenador sabía que se la jugaba esta tarde a una sola carta. Las siete derrotas en ocho jornadas y el último varapalo de Montilivi por 4-1 pusieron seriamente contra las cuerdas al técnico, que ha salvado su primer 'match-ball' y ha ganado crédito gracias al triunfo contundente y a la buena imagen ofrecida sobre el césped. Tanto es así que el público acabó ovacionando su nombre:
"Manolo, Manoloooo"... coreaban las gradas tras el tercer gol del equipo cuando el corazón estaba en un puño temiendo un posible empate.
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