Un hombre de negocios, influyente en aquella Alicante de doble cara de finales del siglo XIX. Inmersa en la búsqueda de la modernidad con la llegada del ferrocarril, pero también peligrosa y sitiada con el bombardeo cantonalista de Cartagena. Entre aquel pueblo de pescadores que perseguía definirse y la llegada de varios comerciantes de nivel de toda la provincia, se movía Guillermo Campos Carreras, un empresario que había heredado el estatus de su padre y que tenía el monopolio del bacalao inglés en la zona, entre otros tantos negocios de éxito.