Trujillo, ubicado en la provincia de Cáceres, es un tesoro histórico que fusiona su legado árabe, medieval y renacentista con una singular atracción cultural y arquitectónica. Su procedencia se remonta a la antigua colonia romana de Turgalium, pero fue durante la era árabe y, más adelante, durante los siglos XV y XVI cuando llegó a su máximo esplendor. Su papel crucial en el descubrimiento de América, sus imponentes palacios y su abundante tradición lo hacen un lugar indispensable para los aficionados a la historia y al esplendor monumental.
La configuración actual de Trujillo muestra su progreso histórico. El casco antiguo, también llamado villa medieval, mantiene huellas de su pasado árabe, como las paredes que resguardaban la ciudad y el imponente castillo que sobresale en el panorama. Este castillo, ubicado en la cumbre de una colina, no solo brinda una panorámica impresionante de la región de Extremadura, sino que también presencia siglos de historia.
En los siglos XV y XVI, Trujillo experimentó su periodo de esplendor debido a su papel crucial en la conquista y colonización de América. Familias de colonizadores de Trujillano, como la de Francisco Pizarro, trasladaron las riquezas del Nuevo Mundo a su lugar de origen, dotando a la ciudad de palacios y construcciones señoriales que representan la prosperidad de aquel período.
El perfecto inicio para descubrir Trujillo es su magnífica Plaza Mayor, un lugar que, desde la época medieval, ha sido el epicentro de la vida comercial, social y cultural de la localidad. Actualmente, continúa siendo el foco de festividades como la reconocida Feria del Queso, en la que se pueden probar los mejores productos artesanales de la zona, y la festividad de El Chíviri, una costumbre local que fusiona música, baile y lleno de color.
Alrededor de la plaza se hallan construcciones de alto valor arquitectónico. El Palacio de San Carlos es uno de los más sobresalientes, una edificación de estilo renacentista que se erige junto a la iglesia de San Martín. Esta iglesia, caracterizada por su portada de plata y sus chimeneas mudéjares, es un evidente reflejo de la combinación de estilos artísticos que distingue a Trujillo.
Otros lugares destacados en la Plaza Mayor son las casonas solariegas y el Palacio de los Marqueses de la Conquista, cuya fachada, adornada con relieves, simboliza el origen de una de las familias más poderosas de aquel período.
La visita a Trujillo no sería completa sin visitar el castillo, una fortaleza majestuosa que sobresale sobre la ciudad desde su altura. Durante su recorrido hacia este icónico monumento, el turista se topará con la Puerta de Santiago, uno de los accesos más preservados de la antigua muralla árabe. Esta puerta está rodeada por dos joyas de la arquitectura: el Palacio de Luis de Chaves el Viejo, un refinado reflejo de la aristocracia local, y la iglesia románica de Santiago, un reflejo del patrimonio religioso y cultural de la localidad.
Además, el Palacio del Marqués de Piedras Albas, con su patio interior y refinados arcos, es otra visita imprescindible para aquellos que quieran explorar el pasado renacentista de Trujillo.