El Atlético de Madrid está definitivamente metidísimo en esta temporada, olvidado ya el mal rato que pasó hace no tanto. En un momento, LaLiga parecía lejos, la Champions se complicaba e incluso en Copa necesitó de un polémico penalti en los últimos minutos para superar al Vic. Ni un mes ha transcurrido y el equipo madrileño ve ahora la vida de forma diferente, muy dentro en todos los frentes, recuperado en la Champions con el agónico triunfo contra el PSG y desatado después. Son ya siete triunfos consecutivos entre todas las competiciones y el Barcelona, líder sólido justo hace un mes, ahora parece débil. Los rojiblancos están a dos puntos de la cabeza después de superar al Valladolid con una claridad abrumadora.
Vale que el equipo presidido por Ronaldo está en un momento crítico en lo deportivo y lo institucional, pero el Atlético no hace tanto sufría siempre lejos del Metropolitano, estuviera quien estuviera enfrente. En esta semana, ha logrado la mayor goleada de su historia en Europa a domicilio (0-6 contra el Sparta de Praga) y no tuvo piedad del deprimido conjunto pucelano. Lo que necesitaban primero los chicos del Cholo era ganar un partido complicado, y eso sucedió en París, para a partir de ahí recuperar la confianza y crecer en el juego.
Empezó bien el Valladolid, con cierto control y pisando el campo contrario, pero le duró diez minutos. El Atlético no tardó en convertirse en el dueño. Los goles se fueron sucediendo hasta el descanso. Primero marcó Lenglet, al empujar un pase de Llorente; después Julián Álvarez al aprovechar un rechace de Karl Hein tras el remate de Griezmann y la jugada de Giulano; y el tercero fue obra de De Paul, para culminar una acción colectiva espectacular. Javi Galán se asoció con Giuliano, que hizo la pared para que el lateral siguiera corriendo, llegara a la línea de fondo y pudiera dar el pase atrás. La jugada la hizo todavía más bonita Griezmann dejando pasar la pelota para que rematara su compañero argentino, más liberado.
Eso los goles que subieron al marcador, porque hubo otros dos que no lo hicieron por fuera de juego, según sentenció el VAR. El Valladolid, mientras, apenas podía encadenar dos pases, no le duraba nada la pelota y no conseguía conquistar el área de Oblak. Sólo vivía de alguna arrancada de Raúl Moro, que llegaba a centrar desde la izquierda, pero nunca encontró rematador.
También por las bandas se desplegó el Atlético, por las dos. Parece haber encontrado Simeone lo que buscaba: un equipo con energía, la que ponen Llorente o Giulano, una auténtica revolución en los colchoneros; combinada con la recuperación de futbolistas también sacrificados, pero con buen pie como De Paul. Koke, por cierto, volvió a empezar el encuentro en el banquillo.
La enésima arrancada de Giuliano, ya en el arranque de la segunda parte, terminó en el gol de la noche, después de que Griezmann y Julián Álvarez combinaran para que el francés hiciera un control orientado con ruleta y resolviera con suavidad.
Aplaudían hasta los aficionados del equipo rival. «Golazo, golazo», se leía en los labios de alguno. Sorloth completó la «manita», a pase de Correa. Los que salieron de refresco también estaban enchufados. No se relajó el Atlético, tomando nota de lo que quiere su entrenador que, pese a la superioridad de su equipo, cambió en el descanso a Javi Galán porque tenía una tarjeta amarilla.