Diego Olivares, ingeniero agrícola y experto en jardinería, nos da las claves
La planta que todo lo resiste también necesita cuidados: guía para mantener tus potos
El clásico dilema navideño ya ronda por nuestras mentes y somos muchos los que nos debatimos entre elegir un árbol de Navidad de plástico o uno natural.
A priori, la elección correcta desde un punto de vista sostenible estaría bastante clara, ya que consumir menos plástico siempre suena mejor. Eso sí, si nos decantamos por uno de estos árboles o arbolitos de verdad… ¿realmente merece la pena llevarse uno a casa? Y más importante aún: ¿qué hacer con él cuando hemos recogido los regalos y las luces empiezan a desentonar?
En este artículo te contaremos no solo cómo mantener viva esa ramita que persiste –y evitar que con la próxima ola de calor lleguen sus últimos días–, sino también dónde podríamos darle un hogar definitivo si el balcón no da para más. Sí, hacer que el árbol viva pasado el invierno es posible. Pero spoiler: implica más que encontrar un parque y dejarlo ahí plantado con una nota de “hazte grande”.
Lo que solemos ver en el escenario navideño son las personas que optan por lo práctico, barato y rápido (terminan comprando un árbol de plástico de la tienda de debajo de casa) o los más concienciados, que buscan lo natural (son los que eligen un árbol navideño del vivero).
Más allá de las tendencias, si te decantas por elegir uno real debes de tener en cuenta algunos pros y contras:
Pros:
Contras:
Supongamos que has ido al vivero y has comprado un árbol de Navidad natural. Esos arbolitos son una pasada las primeras semanas pero necesitan algo más que una maceta de 2 litros y un riego ocasional para sobrevivir después de las fiestas. Pensemos que las especies más comunes que funcionan como árboles navideños son árboles que en la naturaleza alcanzan decenas de metros de altura con recursos de suelo casi ilimitados.
Además, recuerda que se trata de plantas de exterior: no están diseñados para pasar largas temporadas dentro de casa, donde el clima siempre es el mismo, no llueve ni hace frío y la luz escasea.
Un árbol de Navidad natural puede sobrevivir si durante las fiestas has hecho los siguientes deberes:
Si ves que ha llegado al final de sus días algo tocado, siempre puedes realizar una poda de rejuvenecimiento, aplicar un bioestimulante que facilite su adaptación a un nuevo entorno y si es necesario, trasplantarlo.
Pino piñonero (Pinus pinea). Perfecto para climas cálidos con inviernos suaves. Tiene una copa característica en forma de sombrilla y produce piñones comestibles. Se adapta a suelos arenosos o pobres, siempre que estén bien drenados. Evita los encharcamientos, ya que las raíces pueden sufrir pudrición.
Cedro del Atlas (Cedrus atlantica). Tolerante al calor y a la sequía ligera una vez establecido. Prefiere suelos bien drenados y soleados. Riega profundamente durante los primeros dos años después de plantarlo y luego será capaz de sobrevivir casi por sí solo.
Ciprés de Leyland (Cupressocyparis leylandii). El típico ciprés que vemos utilizado mil veces para formar setos. Es de rápido crecimiento, resistente al calor y adaptable a diferentes suelos. Admite muy bien la poda, con lo que te dará ventaja para controlar su tamaño en espacios pequeños.
Abeto de Normandía (Abies nordmanniana). Uno de los árboles más resistentes al frío, ideal para climas con inviernos severos. Crece en suelos húmedos y bien drenados y soporta heladas fuertes. Plántalo en un lugar protegido del viento fuerte, ya que puede dañar sus ramas jóvenes cuando todavía es pequeño.
Abeto plateado (Abies alba). Es nativo de Europa y es ideal para climas fríos y húmedos, especialmente en zonas montañosas. Es de crecimiento lento pero muy resistente y puede alcanzar grandes alturas, cuidado. Para verlo crecer feliz, evita suelos compactados y asegúrate de que haya buen drenaje.
Cedro del Himalaya (Cedrus deodara). Un árbol robusto que va bien en climas montañosos fríos. Se adapta bien a suelos profundos y bien drenados. Su crecimiento es más rápido y alcanza grandes dimensiones, asegúrate de que tenga espacio suficiente para crecer sin restricciones.
Sea cual sea tu árbol de Navidad, no te olvides de que aunque lo tengamos algunas semanas formando parte de nuestra decoración navideña, no deja de ser un ser vivo que tiene en su ADN crecer a sus anchas en la naturaleza, con buena luz, clima adecuado y sobre todo, sin adornos que le entorpezcan crecer bien.