El ejército ruso ha intensificado sus bombardeos en Alepo, Siria, en respuesta a una ofensiva relámpago lanzada por fuerzas yihadistas y milicias aliadas. Estos ataques han resultado en los combates más violentos desde 2020, con un balance provisional de 277 muertos, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).
Las fuerzas del régimen de Bashar al Asad, respaldadas por Rusia e Irán, han enfrentado una resistencia significativa en Alepo. Los bombardeos rusos se han dirigido a materiales y efectivos de grupos armados ilegales, así como a puestos de control, arsenales y posiciones de artillería.
La ofensiva de las fuerzas yihadistas y milicias aliadas comenzó con una entrada rápida en Alepo, la segunda ciudad más grande de Siria. Según testigos, los milicianos tomaron el control de cinco barrios sin encontrar gran resistencia por parte de las fuerzas del régimen. Esta ofensiva ha generado un clima de pánico entre los habitantes de la ciudad, muchos de los cuales temen una repetición de los escenarios de guerra anteriores.
Los combates han tenido un impacto devastador en la población civil. Según la ONU, más de 14,000 personas, casi la mitad de ellas niños, han sido desplazadas debido a la violencia. Los bombardeos han afectado áreas residenciales, incluyendo la ciudad universitaria de Alepo, donde murieron cuatro civiles. La situación humanitaria en la región se ha deteriorado rápidamente, con miles de personas huyendo de sus hogares en busca de seguridad.
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Rusia e Irán han reiterado su apoyo al régimen de Bashar al Asad. La Fuerza Aérea rusa ha llevado a cabo bombardeos intensos contra las posiciones de los grupos armados ilegales, mientras que Irán ha reafirmado su compromiso de apoyo continuo. La cancillería turca ha instado a poner fin a los bombardeos sirios en Idlib y su región, destacando la complejidad de las alianzas y rivalidades en el conflicto sirio.
