Un equipo internacional de investigación ha publicado un informe exhaustivo que recoge los resultados de la evaluación de los recursos de la zona mesopelágica, realizada durante cinco años en el marco del proyecto europeo SUMMER. Esta capa oceánica, situada entre los 200 y los 1.000 metros de profundidad y que se extiende desde el Ártico hasta el Antártico, se caracteriza por su oscuridad y por una escasa penetración de luz, con solo un 1% de la luz solar alcanzando estas profundidades. Esta situación extrema limita la fotosíntesis y crea un entorno único donde las especies han evolucionado para sobrevivir en condiciones de alta presión y bajas temperaturas, desarrollando características especiales que podrían convertir a esta zona en una fuente potencial de recursos para la población mundial. Para arrojar luz sobre esta zona oscura y fría de los océanos, el equipo de investigación ha desarrollado desde 2019 diferentes protocolos de actuación para estimar cuál es la biomasa total de esta región, establecer su rol e importancia en la cadena trófica, y analizar su papel en la transferencia y secuestro de carbono. La investigación ha mostrado que los peces mesopelágicos tienen un comportamiento migratorio diurno-nocturno, subiendo a aguas superficiales por la noche para alimentarse, y descendiendo a profundidades más seguras durante el día para evitar depredadores. Esta migración es fundamental no solo para su supervivencia, sino también para el funcionamiento del ecosistema, ya que contribuye a la transferencia de carbono y nutrientes a las capas inferiores del océano. «La principal conclusión que hemos obtenido es que, a día de hoy, es más beneficioso proteger esta zona que explotarla. Proporciona servicios esenciales de regulación de nutrientes y climáticos, y sustenta numerosas poblaciones de peces de interés comercial», destaca Raúl Prellezo, experto en economía pesquera de AZTI y coordinador del proyecto. La investigación, liderada por el centro tecnológico AZTI, ha estimado una abundante biomasa en esta zona: 1.300 millones de toneladas, lo que representa el 87% de la biomasa pelágica total y es 15 veces superior a toda la pesca oceánica en 2022 (81 millones de toneladas). «A pesar de esta gran biomasa, la viabilidad comercial de explotar esta zona para la pesca es limitada. Primero, debido a la amplia y dispersa distribución de los peces. Segundo, por su pequeño tamaño, que requiere transformados en harina y aceite de pescado, Tercero, por su lento metabolismo y baja productividad. Todo ello los hace muy vulnerables a la sobrepesca», explica Prellezo. El estudio también ha observado cómo las condiciones extremas en estas profundidades han impulsado la evolución de comunidades microbianas con rasgos bioquímicos únicos y fuentes prometedoras de moléculas novedosas. El proyecto SUMMER ha evaluado la actividad antimicrobiana de unos 700 extractos microbianos contra diversos patógenos humanos y de peces, así como contra células cancerosas humanas. Los resultados destacan el potencial de los organismos mesopelágicos para aplicaciones farmacéuticas. Asimismo, se han encontrado en las vísceras de peces, bacterias que producen ácidos grasos omega-3, los cuales son importantes para la industria nutracéutica y la acuicultura. «Los problemas de rentabilidad para obtener aceite de pescado requieren una evaluación cuidadosa para determinar si es viable comercialmente. Sin embargo, la búsqueda selectiva de organismos en la zona mesopelágica ofrece una vía prometedora y sostenible para aprovechar la diversidad microbiana y química en posibles avances farmacéuticos y nutraceúticos», añade el investigador de AZTI. Papel ecológico fundamental Los resultados de la investigación destacan especialmente el papel ecológico fundamental de los organismos mesopelágicos en el transporte de carbono y las redes alimentarias, subrayando los importantes riesgos sociales de la sobrepesca. El movimiento nocturno de los organismos mesopelágicos, incluidos peces y zooplancton, hacia las aguas superficiales para alimentarse es la mayor migración diaria por biomasa del planeta. Según el estudio, un 44% de la biomasa de esta zona realiza estas migraciones verticales. Este flujo activo, tal y como destaca el informe, representa 1,5 veces todas las emisiones de CO2 de automóviles a nivel mundial. Para apoyar la gestión de la explotación de los organismos mesopelágicos, el proyecto ha desarrollado una herramienta virtual que permite a las partes interesadas experimentar de manera interactiva los impactos de las migraciones verticales diurnas en la bomba biológica de carbono. El equipo investigador también ha cuantificado la dependencia de los depredadores a determinados recursos mesopelágicos y ha observado que todos los depredadores superiores dependen en mayor o menor medida de estos recursos, por lo que las redes tróficas son especialmente sensibles a la captura de peces mesopelágicos. La iniciativa SUMMER, respaldada por una financiación de del programa H2020 de la Unión Europea, reúne a un consorcio de 22 instituciones liderado por el centro tecnológico AZTI. Este proyecto se distingue por su enfoque transversal y multidisciplinario, integrando a personal investigador de diversas áreas como economía, genética, microbiología, alimentación y ecosistemas. Esta colaboración permite un análisis integral de los recursos mesopelágicos, abarcando desde la evaluación de su viabilidad económica hasta el estudio de las bacterias que habitan en estos organismos y su potencial aplicación en la acuicultura. Además, la iniciativa ha contado con la participación de empresas industriales que están interesadas en explorar el potencial de estos recursos mesopelágicos desde múltiples perspectivas.